LAGRÈNE FARAO QUARTET

Lugar: Gran Teatro de Córdoba

Martes, 13 de julio de 2021

El único concierto de esta 40ª edición del Festival de La Guitarra de Córdoba dedicado al jazz ha estado protagonizado por una explosiva formación. La guitarra eléctrica de un viejo conocido del festival, Biréli Lagrène, junto al piano de Antonio Farao. Ambos colideran el cuarteto que se completa con el batería Yoann Schmidt y el bajo eléctrico de Hadrien Feraud.

Su aparición en el escenario del Gran Teatro de Córdoba, sobre todo con el guitarrista francés, hacía presagiar para algún despistado un concierto de Jazz Manouche o Jazz Gitano, disciplina de la que Lagrène es considerado como heredero por su demostrado dominio del repertorio del gran maestro Django Reinhardt. Pero son los cauces del jazz fusión por los que el guitarrista navega desde hace años sorprendiendo a todos por su versatilidad.

En esta ocasión, con un pianista que revigoriza la escena como pocos. El martes pasado, no sin algún problema de sonido, probablemente debido a las fastuosas dinámicas de un repertorio que, tal y como confesaría el mismo Farao en alguna de sus presentaciones, no siguió el programa inicial que habían establecido, cuatro grandísimos instrumentistas recorrieron varias de sus más recientes composiciones, además de conceder a la improvisación, pura y dura y en la justa medida, algunos momentos tan reconocibles, por diferentes, como memorables, como si de una jam se tratara. Cada uno de ellos puede permitirse ese lujo por su erudición, experiencia sobrada y saber estar en un escenario. No en vano han formado parte de grandísimos combos capitaneados por rutilantes nombres del género. Además, el nivel que habían impuesto desde el principio, con intrincados compases, densos solos y boscosas armonías agradecían algún que otro respiro para dar rienda suelta a tal improvisación.

Si Biréli Lagrène es virtuoso tanto en su digitación como en su concepto, el pianista italiano Antonio Farao fulmina sus solos a base de vertiginosos e intensos climas, muy aplaudidos, sin olvidar la exquisita complicidad del batería Yoann Schmidt, como gregario de lujo, y la seguridad totémica del bajista Hadrien Feraud, que mereció mejor sonido para discernir sus notas de las sobreexcitadas frecuencias graves. Lagrène ponía el toque de cordura en las dinámicas, que no en sus, a veces, surrealistas paisajes. Parecían encontrarse como pez en el agua en el escenario, disfrutando y comunicándoselo a un Gran Teatro con muy buena entrada pese a las calvas necesarias por la cuestión sanitaria. Fueron requeridos para un bis en la que decidieron tocar una sugerente versión del sempiterno Autumn Leaves.

Una velada de jazz fusión inapelable en la que tuvieron también cabida especialidades como Jaco Pastorius, una de las figuras con las que Lagrène compartió escenario, hasta la música brasileña de base, pasando por algunos sinuosos retazos de aparente free jazz. Todo ello en un espectáculo lleno de música por parte de las grandes sensibilidades de este cuarteto, y, por supuesto, de reencuentros con ella.