Viva

Dirección y baile: Manuel Liñán

Asesor de escena: Alberto Velasco

Dirección coreográfica: Manuel Liñán

Bailarines y coreografía: Manuel Liñán, Manuel Betanzos, Jonatán Miro, Hugo López, Miguel Heredia, Víctor Martin y Daniel Ramos

Música: Francisco Vinuesa, Victor Guadiana y Kike Terrón/ Asesoramiento musical: David Carpio y Antonio Campos

El éxito de esta propuesta coreográfica en el Festival de la Guitarra de Córdoba mucho ha de ver con el necesario rigor y sistema, llevados al escenario por intérpretes con una trayectoria acreditada. Manuel Liñán, coreógrafo granadino, tiene en su formación la acreditación que imprimen en su formación Mario Maya y Manolete y la colaboración con intérpretes de la talla de Olga Pericet y La Moneta; el Ballet Nacional dirigido por Antonio Najarro ha contado con Liñán sucesivamente en Ángeles caídos, El baile –con el pintor Sorolla como referente- o Reversible, y los premios de la crítica en Jerez, Bienal de Sevilla o Nacional de Danza son un claro refrendo de su quehacer.

La manifestación de las virtualidades del propio cuerpo ponen el énfasis en lo que de femenino y la fusión con lo masculino puede haber cuando se trata de la libre evolución en el escenario. La sublimación parte de lo que hay de gozo y alegría en una propuesta que parte del anhelo de la conciliación de contrarios en lo que ha sido tradicionalmente separación de los códigos masculino y femenino. Parte de bailaores-bailarines para significar el abrazo a lo femenino sin alharacas. La bondad de su intento viene dada por su trayectoria en espacios tan prestigiosos como El Cordobés, Villa Rosa, Casa Patas, Festival de La Unión…

La sala estaba llena y el coreógrafo consiguió desde el principio la complicidad con el público con una coreografía de clara nota festiva y abundantes guiños picarones entre los intérpretes y el público, con la sola excepción en el taranto -casi al final del todo- que sólo momentáneamente nos devuelve la nota trágica del discurso. El mayor indicador de la metamorfosis es la sensación que tiene el público en todo momento de estar en presencia de una propuesta formulada únicamente por mujeres. El nexo de la bata de cola es ofrecido al final como clave del prodigio que se ha obrado en el escenario.

La complicidad con el público es lograda varias veces como compensación a la respuesta del público. Había en la sala profesorado del Conservatorio de Danza, alumnado y afición en general, con la presencia de academias y profusión de jaleos que tanto decían de la complacencia del público. Hugo López hizo las delicias en la intervención ante la afición de su ciudad, en su intervención solitaria y en el zapateado malabar con elementos que formaban parte de la escena.

Las canciones interpretadas forman parte de la tradición, esencialmente coplera y firmemente asentada. Es el caso del Ole, que ha sido popularizada por Juana Reina, Encarnita Polo, y más modernamente por Laura Gallego; en esta ocasión fue Miguel Heredia, el bailaor jerezano, el que la interpretó de una manera deliciosa. Esa misma tradición está representada por algunos elementos del universo lorquiano, como una adaptación de la canción popular del Anda jaleo en los tonos y con distinta letra así como con La canción del mariquita. Bambino está presente en algún momento de la interpretación, al igual que el modo morentiano. Una excelente propuesta.