El actor y director cordobés Rafael Álvarez, más conocido como El Brujo, quien bebe y se alimenta de la risa de los espectadores, ve la mascarilla como «un bozal que limita la transmisión y la fuerza de la risa», algo que sin duda para él contrasta con la «relación cercana con el público» que genera y caracteriza al escenario del Teatro Romano de Mérida. El actor considera los tapabocas, necesarios por la extensión de la pandemia del coronavirus, una barrera para el humor y para su expresión más característica. 

El Brujo entiende que la magia que se produce en un espacio así hace que la relación con el público sea única y que la transmisión de energía que se experimenta durante la obra sea intensa, especialmente en un momento en el que el público está celebrando un hecho tan importante para el artista como «volver a la vida y poder recuperar la conexión con los espectáculos y el teatro» después de que el covid-19 dificultase, desde el 2020, su puesta en marcha. La gente está «ávida de teatro», o al menos eso es lo que le hace pensar la respuesta «ferviente» que observa del público y sus aplausos, según reflexionaba en una entrevista con la agencia Efe el intérprete encargado este año de abrir la 67ª edición del Festival de Mérida.

Lo hace con la comedia Los dioses y el dios, que está en escena desde la jornada de mañana, 30 de junio, hasta el próximo domingo, 4 de julio, y donde se recupera el mito de Anfitrión para reflexionar sobre el «misterio de la vida», en medio de las preguntas generadas por la pandemia, en clave de humor. «Es el momento de hacer comedia y para ello es necesario abordarla desde el punto de vista de la poesía y el teatro», según explicó el actor, para así no sólo buscar la «risa superflua», sino para acabar formando parte de un «círculo» cuyo centro radica en un pensamiento «alegre y positivo», como señaló Rafael Álvarez. De esta forma, la obra pretende usar el humor para llegar a la reflexión y viajar de uno a otra.

En este sentido, el actor cordobés cree que la mejor forma de encarar los sucesos trágicos resulta a través de las risas y, como no, mediante el humor, pues ve en ambos las «herramientas perfectas» para contemplar los problemas de «manera distorsionada o distante» o lo que es lo mismo, con una «perspectiva» más amplia de lo habitual. Para El Brujo, el momento actual exige que los seres humanos nos veamos como lo que realmente somos, unos «creadores de dioses», y aseguró que debemos descubrirnos a nosotros mismos a través de ellos y de sus mitos, los cuales se deben entender no solo como cuentos, sino como una manera de entender la vida, la muerte y las relaciones de la existencia. Los mitos de los que hablará el dramaturgo en su obra, a su juicio, forman parte del «archivo de memoria» de la propia humanidad, tanto es así que se han convertido en una parte «esencial» de la identidad de los seres humanos, porque en ellos viene implícito el sufrimiento de nuestros propios antepasados y sus aprendizajes.

En esta ocasión, la vuelta al escenario emeritense tras lo vivido en el confinamiento provocado por el virus le supone la «materialización de un deseo» e indicó que los griegos explicarían la pandemia a través de una maldición o una ruptura del equilibrio que mantiene la ley cósmica y el orden natural de las cosas. Además, añadió que actualmente los dioses «no llevan coronas de laureles» o «no son pintados en grandes cuadros», algo que, según el actor, ratificó el covid-19. «Para mí, los dioses poco tienen que ver con Putin, Trump, Pedro Sánchez o Pablo Casado. En la sociedad actual los dioses son los que afrontan una situación difícil aun sabiendo que no hay mucha esperanza», mencionó el actor. En su intento por relacionar las inquietudes divinas con las terrenales para explicar el sentido de la vida, Álvarez quiso enviar a los espectadores una invitación para asistir a su nueva obra, a través de la cual aseguró que descubrirán el significado de su propia existencia, como no podía ser de otra forma, con la comedia como interlocutora.