El actor Eduardo Noriega (Santander, 1973) visitó la semana pasada Tenerife con motivo de la I Muestra de Cine Español de Tenerife. Junto al periodista, guionista y director de cine Santiago Tabernero acudió al pase de Presentimientos (2013), una película que Noriega protagoniza y coguioniza y de la que no guarda más que buenos recuerdos. "Esta película nace de una amistad y también de una novela, la de Clara Sánchez", explica el actor, quien destaca lo interesante de esta "historia tan cinematográfica" sobre una pareja a la que les transforma la vida la llegada de un bebé.

-Con películas como Presentimientos ha mostrado inquietudes más allá de la interpretación, coguionizando esta historia e incluso se comenta que tiene madera de director. ¿Se ve afrontando estos nuevos retos?

-Yo soy actor, pero es verdad que los actores estrujamos el guión, lo exprimimos, le damos vueltas como a un calcetín y en muchas ocasiones hacemos trabajo de guionistas. Buscamos información sobre los personajes y creamos una biografía de ellos que nos ayude a trabajar. Así que somos guionistas sin saberlo para tratar de construir el personaje. Yo había hablado muchas veces sobre cine con Santiago Tabernero y él pensó que yo podía ser buen compañero de viaje. En realidad, lo que él buscaba era un coguionista para que él pudiera volar libre. Quería a alguien que lo bajara a la tierra para dominar sus locuras y poder sacar toda su creatividad. Para mí sería un sueño poder dirigir una película, y ojalá algún día encuentre la historia idónea para hacerlo, pero mi principal vocación es la interpretación y lo otro sería algo muy excepcional, al igual que ha sido lo de escribir, que me gustaría repetir pero que será algo excepcional.

-Encuentros como la I Muestra de Cine se convierten en una fiesta porque permiten que el público vuelva a las salas.

-Es emocionante. A mí me pasó tras la pandemia, la primera vez que fui al cine tenía hasta nervios porque no sabía lo que me iba a encontrar. Realmente creo que lo que aportan las salas de cine se vende por sí solo. Y más después de este año en el que nos hemos alejado de ellas, de las salas de teatro y de conciertos. Estoy convencido de que la gente tiene muchas ganas de disfrutar de esa liturgia y de esa compañía. No es lo mismo ver una película solo que acompañado de gente y eso tiene que ver mucho: el disfrute colectivo.

-¿Aprenderá el público a combinar ambas facetas, la del cine y las plataformas que acercan el sector al gran público?

-Creo que sí, que hay sitio para todos y gustos para todos. Hay mucha gente joven que solo conoce las plataformas y que casi no ha ido al cine ni lo ha disfrutado en su vida. La cuestión está en animar a toda esa gente a que prueben a ir al cine porque el disfrute es tan distinto que se pueden combinar ambas facetas y convivir perfectamente. Es muy cómodo ver una película en casa, junto a los amigos, o en la soledad de la habitación con tu portátil pero también es una experiencia maravillosa el quedar con alguien, molestarse en ver la cartelera, elegir la película e ir a tomar algo. Es un conjunto de cosas que ofrece experiencias diferentes. Hay sitio para todo.

-No ha parado de trabajar, incluso en esta época convulsa. ¿Es muy diferente estrenar ahora nuevos proyectos con respecto a antes de la pandemia?

-Sí, he estrenado la serie Inés del alma mía y los encuentros de prensa los hacíamos telemáticamente e inevitablemente había frialdad y distancia porque yo estaba en mi casa de Santander. Era todo muy raro. Ahora he estrenado una película en cines, Los traductores, y la verdad que lo he vivido con una ilusión tremenda porque hacía tiempo que no lo hacía. Acudí a unos coloquios con el público y fue muy emocionante porque literalmente supuso volver a las salas porque había gente que iba por primera vez al cine tras la pandemia. Todo eso me hizo tener esperanzas de que el cine siempre va a estar ahí y espero que no envejezca demasiado la población a la que le gusta el cine, entre la que me incluyo, para que la gente joven se anime a seguir yendo al cine para disfrutar.

-No ha parado de trabajar y encima ya tiene la mente puesta en posibles futuros proyectos. Ha llegado incluso a reconocer que le gustaría que esos proyectos se desarrollen en Canarias.

-Tengo clarísimo que voy a venir a Canarias a rodar porque es algo que está sucediendo. La industria está viniendo, por los incentivos fiscales y porque existen unos lugares maravillosos en los que se puede encontrar de todo y muy cerca. Hay muchos motivos que invitan a venir aquí a rodar y por eso estoy convencido de que va a suceder y será maravilloso para mí poder rodar aquí.

-¿Cómo se enfrentó al reto de adaptar el texto de Isabel Allende de Inés del alma mía en ese megaproyecto de la serie grabada en 2019?

-Recuerdo que cuando me llegó el guion yo había oído hablar de la novela pero no la conocía y de mi personaje, el conquistador Pedro de Valdivia, sabía muy poco. Es una historia maravillosa la de ellos dos y creo que se debería conocer más en España. Cuando llegué a Santiago de Chile vi que allí Valdivia estaba presente en todos lados, con paradas de metro y plazas que llevan su nombre. Está presente en la vida de esa gente pero en España conocemos muy poco de esos conquistadores, salvo tres nombres importantes. Cuando empecé a leer el proyecto no sabía ni qué personaje hacía y cuando hablé con mi representante me di cuenta de que era un protagonista absoluto, aunque yo pensaba que sería un conquistador que salía por ahí en un momento determinado. Era una historia de amor y de conquista, una historia muy ambiciosa y me sorprendió mucho el proyecto. También por el hecho de que se rodó en los lugares en los que transcurre la historia: Perú, el altiplano boliviano, el desierto de Chile al sur... Hicimos prácticamente el recorrido que hicieron ellos y es de esos proyectos que te llegan de mucho en mucho y estoy muy satisfecho, tanto de la serie, como de su protagonista, Elena Rivera, con la que me entendí muy bien y fuimos siempre cómplices. Éramos muy conscientes de que teníamos que estar muy unidos ante las adversidades, como si fuéramos los propios conquistadores. Fue un viaje importante, tanto a nivel personal como profesional.