Se declara una «joven mayor» y a sus 75 años no está dispuesta a dejar de manifestar sus opiniones y preocupaciones. Pionera en muchos espacios públicos, comprometida feminista y socialista, ahora, a través de una larga conversación con el profesor de Derecho y escritor cordobés Octavio Salazar, lanza el libro Al amparo del feminismo, que se presenta hoy, a las 19.00 horas, en la Diputación. En este libro ambos hacen un recorrido por la memoria feminista de este país, por las grandes cuestiones en materia de igualdad y por algunos de los retos pendientes en democracias que todavía no son paritarias. Todo ello a partir de la experiencia y de la trayectoria personal, profesional y política de Amparo Rubiales.

¿Cómo surge esta unión entre Octavio Salazar y usted para hablar de feminismo?

Fue producto de la casualidad feminista. Le conocí en la presentación de un libro suyo, y a partir de ahí tuvimos contacto y luego yo le presenté su libro autobiográfico.

¿Por qué a través de una conversación? No es un modelo frecuente.

La idea del libro fue de Octavio, pero hacerlo a través de una conversación fue una iniciativa mía. Yo había escrito ya un libro autobiográfico, Una mujer de mujeres, en 2004, y hablando con dos amigas a las que veo frecuentemente me dijeron que por qué no escribía todas esas cosas que yo les contaba. Y se me ocurrió, que igual que se lo contaba a ellas a través de una conversación podría hacer lo mismo por escrito. Y se me ocurrió Octavio, que no dudó un segundo en aceptar. Me dijo: «No me lo puedo perder».

¿Qué ha sacado Octavio Salazar de usted durante este proceso?

No lo sé, debe ser él quien lo conteste. Yo puedo decir lo que he sacado de él, que es mucho, porque tiene una capacidad de trabajo increíble. Las cosas que tengo reservadas, sobre todo lo que puede hacerle daño a terceros, seguirán reservadas y él lo ha respetado. Es el único límite que he tenido. No tengo límites políticos ni profesionales, siempre he dicho lo que pienso.

Pese a ser un tema que ahonda en un pasado triste y duro para las mujeres, es un libro feliz y optimista. ¿Significa que hay esperanza en que la igualdad sea en algún momento una realidad?

Sin duda. En este libro, como en todo lo que escribo, me centro en la igualdad. De lo demás ya escriben muchos. Y lo hago porque yo escapé a las reglas y lo tengo muy metido dentro de mí. Yo pude ser algo más que esposa y madre, y es precisamente por eso que hablo de esto. Yo no lo necesito, pero las demás mujeres, sí. Y por eso he dedicado todo mi esfuerzo en el feminismo. Ahora que está tan de moda esto de la libertad, hay que recordar que sin igualdad no hay libertad. Es la piedra angular de la existencia y hemos avanzado mucho. Cuando me casé, las mujeres necesitábamos una autorización marital para abrir una cuenta corriente. Pero hay que seguir porque no está nada ganado ni consolidado.

Es un libro que parte del pasado, de recuerdos de mujeres como usted que vivieron una época determinada, pero también se centra en el presente. ¿Imaginaba que a estas alturas seguiría en esta lucha?

Nunca me lo planteé. Siempre he peleado porque el mundo fuera más justo, pero nunca he estado segura de que lo fuéramos a conseguir, no creí que lo fuera a ver. Era demasiado utópico. El patriarcado y su organización social es demasiado potente y está muy arraigado.

¿Es el feminismo una forma de vida?

Debería serlo, aunque es difícil. Para hombres y mujeres. Todavía hay muchas mujeres machistas a nuestro alrededor. Hace poco leí sobre las elecciones en Madrid que, al menos, había mujeres que habían liderado el proceso, pero yo he dicho siempre que no basta con ser mujer, hay que ser feminista. No basta que haya ganado Isabel Ayuso, que respecto a la igualdad y al feminismo ha dicho muchas barbaridades. También hay muchos hombres que se autoproclaman feministas y no lo son.

A su juicio, ¿cuáles son los caminos por los que tendría que recorrerse el futuro partiendo de la apuesta feminista?

Compartiendo la vida, compartiéndolo todo. Las mujeres somos la mitad de la población y no queremos, ni más ni menos, que la mitad del poder político, social, económico, artístico… Tener las mismas posibilidades y dificultades y que el agrado y el cuidado no sea nuestra única función. Queremos ser libres e iguales.

En todos estos años de lucha por la igualdad, ¿ha vivido muchos momentos de frustración?

Sí, muchos. Y de soledad, de incomprensión, pero no cejo.

¿Qué significado tiene la fotografía de la portada del libro, en la que aparece su padre?

Llegué a tener hasta seis portadas con fotos mías de diferentes momentos, y pedí opinión a algunos amigos para seleccionarla. Casi nadie eligió esta, se decantaban por otras en las que yo estaba más vistosa. Pero yo no tuve duda en que tenía que ser esa. Primero, por lo que simboliza, es cuando en 1982 tomo posesión como consejera de Presidencia del primer Gobierno andaluz. Era la primera mujer que ostentaba ese cargo. Por otro lado, en la foto, efectivamente, está mi padre. Es de Pablo Juliá y fue portada de El País.

Su padre fue juez e incluso pasó unos años en Montoro. ¿Él entendía sus ideas feministas?

Siempre tuve muy buena relación con mis padres, aunque les hice sufrir mucho. Nunca tuvieron problema en que estudiara, pero creo que pensaban que era un paréntesis hasta que me casara, aunque mi madre, al ver que sacaba buenas notas, me dijo que hiciera una oposición. Les di un susto horroroso cuando se enteraron de que me metí en el Partido Comunista, cuando defendí el aborto, pero se relajaron un poco cuando pasé a las filas del PSOE. Creo que al final les recompensé.

¿Cómo reacciona cuando ve un acto de machismo?

Me indigno mucho y llamo la atención del que lo está haciendo. En ese sentido, soy muy activa en las redes, muy twitera, y tengo más de 20.000 seguidores. Y algunas veces me dan la razón.

¿Qué le preocupa más, el futuro del PSOE o el de la izquierda?

El de la izquierda, porque el PSOE es la izquierda por excelencia en este país. Tiene 140 años de historia y sigue vertebrando la sociedad española. Me cuesta disociar PSOE e izquierda.

¿Por qué cree que hay que leer ‘Al amparo del feminismo’?

Sobre todo, para pasarlo bien. Me preocupaba la reacción de la gente ante este libro, pero estoy muy contenta porque quienes lo han leído lo han pasado bien, les parece ameno y curioso. Merece la pena porque es un libro que toca casi todos los temas de actualidad desde la igualdad y el feminismo, es muy plural y diverso.