Narrar historias es algo innato al ser humano. Una actividad que se remonta a la prehistoria con las pinturas rupestres, al mundo clásico con el teatro o al medieval con los juglares. El hombre ha utilizado todo tipo de recursos para divertir a sus congéneres. Pero, sin duda, la gran revolución del entretenimiento se produjo con el nacimiento del cine en 1895. El invento de los hermanos August y Louis Lumière, como tantos otros en el siglo XIX, es producto de las aportaciones de muchos investigadores. El primer antecedente del cinematógrafo fue la linterna mágica. Este primer proyector de la historia fue descrito por el holandés Christiaan Huygens en 1659. El ingenio era una gran linterna herméticamente cerrada que solo dejaba salir la luz a través de un objetivo. La lente proyectaba las imágenes dibujadas en una placa panorámica de cristal que era desplazada para dar cierta sensación de movimiento a las imágenes. Este entretenimiento, propio de los salones aristocráticos del XVIII, pasó, un siglo después, a convertirse en una atracción popular en ferias y teatros. En Córdoba, tenemos noticias de estos espectáculos públicos desde al menos 1854, cuando se anunciaba en la prensa de la ciudad el poliorama de la calle de los Letrados, hoy Conde de Cárdenas. Unos años antes, en 1839, había nacido la madre del cine; la fotografía. El invento de Niépce y Daguerre fue fundamental para conseguir la imagen en movimiento, pues no solo se utilizó en las linternas mágicas, sino que su evolución técnica con las películas de celuloide facilitó esa primera función parisina del 28 de diciembre de 1895, donde los espectadores veían con asombro las míticas filmaciones de los obreros saliendo de la fábrica Lumière o de los trenes en movimiento en la estación de La Ciotat. 

El primer cinematógrafo

Córdoba apenas tuvo que esperar unos meses para conocer el nuevo invento y la noche del 23 de octubre de 1896 el Teatro Circo de la avenida del Gran Capitán acogió la primera sesión del cinematógrafo en nuestra provincia. No conocemos cuál fue su programa, pero en estas iniciáticas sesiones se proyectaban pequeñas películas documentales. Piezas conocidas como ”cuadros” y que eran muy sencillas, simples escenas de la vida cotidiana que mostraban la capacidad del cine de ofrecer fotografías en movimiento. Muchas de estas sesiones compartían programa con otras actuaciones de variedades.

En 1903, el Gran Teatro proyecta una doble sesión con las primeras películas de ficción: 'Aladino o la lampara maravillosa' y 'Cenicienta o zapatito de cristal'

El cine nació mudo y en blanco y negro, aunque desde sus inicios se intentaba paliar ambas limitaciones. Ya en 1897, el Gran Teatro acoge una función de fotografías animadas que se proyectaba de forma simultánea con un fonógrafo. Otra fórmula será la figura del explicador; un comentarista que narraba las películas o leía los títulos y diálogos del film. La aceptación del cinematógrafo por la sociedad cordobesa fue fulgurante. Muestra de ello es que, en 1899, abre la primera sala exclusiva para cine; el Café de Colón de la avenida del Gran Capitán, donde las sesiones eran acompañadas por un guitarrista. Pero también, en este mismo año, el Ayuntamiento de la ciudad lo incluye como una de las actividades de la feria de mayo con proyecciones gratuitas. Una atracción que durante años convivió con otros cinematógrafos de pago instalados en las barracas del real del Paseo de la Victoria, donde en el año 1908 llegaron a instalarse seis cines ambulantes.

Córdoba se encuentra al tanto de todas las novedades fílmicas y en 1903, el Gran Teatro proyecta una doble sesión con las primeras películas de ficción: Aladino o la lampara maravillosa y Cenicienta o zapatito de cristal. Los precios de estas primeras sesiones oscilaban entre las 9,25 pesetas de los proscenios y los 45 céntimos del paraíso en los espectáculos mixtos de los grandes teatros de la ciudad. Sin embargo, las entradas eran más asequibles en las salas ambulantes, que rebajaban su precio hasta los 30 y 15 céntimos.

Primeros rodajes en la ciudad

Las primeras referencias que se conocen de rodajes en Córdoba, según las investigaciones de Rafael Jurado Arroyo, son de 1906. En este año, Antonio Ramírez, empresario del Pabellón Modernista, primera sala cinematográfica estable de Córdoba, encarga a un operador de cámara francés rodar unos cuadros de la ciudad para proyectar en su sala. Esta práctica convertirá a la ciudad en habitual escenario de rodajes documentales. Un ejemplo de ello son las cintas de las Actualidades cordobesas, noticiero creado por Joaquín Guerrero, gerente de las salas Ideal Cinema. Un auténtico hombre de cine, que en 1923 rueda el documental sobre la inauguración del monumento del Gran Capitán, según aparece en los títulos de crédito. El empresario también monta su propio laboratorio de revelado y exhibe hasta casi una decena de cintas propias de temas cordobeses en sus salas durante este año. Además, Guerrero es uno de los pioneros de esa tradición tan cordobesa de los cines de verano, ya que desde 1913 alquila el coso de los Tejares para realizar proyecciones estivales al aire libre. Mientras, las principales salas cordobesas de este periodo, el Gran Teatro, el Teatro Circo y el Salón Ramírez, serán escenario de los grandes estrenos del cine mudo. Charlot debuta en la ciudad con su primera comedia en 1916, mientras que las cintas de Harold Lloyd se proyectan desde 1921.

La década de 1920 convierte a Córdoba en un gran plató de cine, gracias al enorme éxito de la película Carceleras. Una cinta rodada en la ciudad por José Buchs en 1922. Se trata de una adaptación de una zarzuela muy popular y que pone de moda un género folletinesco lleno de tópicos folcloristas y dramáticos. El film ayuda al despegue de la industria cinematográfica española y atrae a la ciudad hasta a ocho rodajes en esta década. Estas películas explotan los bellísimos exteriores del barrio de la Judería o de la sierra cordobesa como escenario de sus dramas. El género es etiquetado por los críticos como “españoladas” y dará la oportunidad de debutar a los primeros actores cordobeses: el novillero y fotógrafo Antonio Calvache, que participa en la cinta de 1919 La España trágica, y tres años más tarde al rejoneador Antonio Cañero, que realiza un papel en el drama taurino Sol y sombra, una cinta producida por la que sería su amante; la célebre actriz francesa Musidora.

Llega el cine sonoro 

Córdoba será una de las primeras ciudades españolas en acoger la gran revolución del cine sonoro. El 10 de abril de 1930 el Teatro Duque de Rivas, antiguo Teatro Circo, remodelado en 1924, acoge el estreno de la primera película hablada: El arca de Noé de Michael Curtiz. En apenas un par de años, estas cintas conquistan al público cordobés. Una tecnología que inmediatamente adoptan todas las salas de la capital. La década de los 30 amplía la nómina de cines cordobeses con grandes salas: el cine Alcázar en 1930, el cine Góngora en 1932: uno de los salones españoles más modernos de su tiempo, y en 1935, el que hoy es el cine de verano más longevo: el Coliseo San Andrés. La complejidad técnica de los rodajes del cine sonoro acaba por sellar la supremacía de las grandes productoras estadounidenses. Un dominio sobre las producciones patrias que se afianza gracias a la realización de versiones en castellano. Films que ruedan con un amplio elenco de actores españoles emigrados a Hollywood. Entre ellos podemos enumerar a dos cordobeses que trabajan en la meca del cine: Rafael Valverde y el célebre Carlos Villarías, conocido como el Drácula español que realizó la versión en castellano de la mítica cinta de Bela Lugosi.

La ciudad acogerá otro importante hito con el rodaje en 1932 de la versión sonora de Carceleras. Dirigida de nuevo por José Busch, esta cinta es considerada como una de las primeras películas españolas habladas y cantadas realizadas íntegramente en nuestro país. Durante la Guerra Civil, el cine español sufre un importante parón, aunque también es utilizado por ambos bandos como una herramienta propagandista. Además, la provincia acogerá a varios operadores de documentales bélicos. Un equipo francés rueda los bombardeos republicanos sobre la ciudad en 1936 y el célebre reportero húngaro Robert Capa filma la toma de la localidad de La Granjuela para la serie documental Time of the March.

Nodo, folclore y toros

Durante la dictadura, el cine documental y en especial los noticieros del Nodo llevarán a las pantallas nacionales numerosas noticias y tradiciones de la ciudad. Aunque en este periodo, Córdoba no dejará de acoger en sus calles numerosos rodajes nacionales de ficción. Films mayoritariamente adscritos al género folclórico o taurino, con cintas tan del gusto de la época como El genio alegre, Brindis a Manolete, El rey de Sierra Morena, El Cristo de los Faroles o Aprendiendo a morir. La ciudad también será escenario de algunas cintas internacionales como Río Guadalquivir, Luna de Miel o Scent of Mystery. Con la llegada de la democracia y especialmente de un nuevo invento, el vídeo, los cines sufren una importante pérdida de público. Esta crisis se intenta paliar en la década de los 80 con nuevo formato de sala, el multicines. El Lucano será el primer coliseo cordobés en ofrecer esta propuesta. Una oferta que multiplica el numero de películas a costa de salas más pequeñas.

En estas últimas décadas, la ciudad aportará a la filmografía nacional creadores importantes como los directores José Ángel Bohollo o Gerardo Olivares, así como los populares actores televisivos Macarena Gómez y Fernando Tejero. En este periodo, Córdoba se convertirá en la capital del cine andaluz, al alojar desde 1987 la sede de la Filmoteca de Andalucía. Con el nuevo siglo, existirá un gran interés institucional porque la ciudad cuente con su propio festival de cine. Será un sueño efímero, al acoger durante cuatro años el Festival de cine africano de Tarifa. La última revolución cinematográfica son las modernas series en streaming, que también llegan a la provincia con producciones tan dispares como la internacional Juego de Tronos o la cordobesa MemE. Córdoba, una ciudad con 125 años de cine en su filmografía y que aún quiere seguir protagonizando muchas películas.