José García Obrero es un poeta catalán que lleva veinte años afincado en Córdoba, aunque sus raíces (y muy enraizadas, además) están en Santa Coloma de Gramenet. En 2016 fue galardonado con el 43 Premio de Poesía Ciudad de Burgos por su última obra, La piel es periferia, de la que asegura sentirse «muy orgulloso», ya que ahí comenzó un reconocimiento más destacado en el mundo de la poesía. En su estantería ya cuenta con cuatro poemarios publicados y, además, el cordobés es también impulsor del espacio Poetas por el Clima. Recientemente, ha dado a luz un nuevo poemario bajo el título de Tocar arcilla al fondo, el cual, a su vez, está dividido en cuatro bloques (flor, sed, ceniza, sombra). Se trata de una obra de introspección y reflexión con el propio yo. Y así ha sido, y no de otro modo, que entre reflexión y reflexión se han sucedido los títulos literarios y las voces más poéticas.

-Debe de ser complicado compaginar su faceta de orientador laboral con la de poeta.

-Tengo la enorme suerte de tener un horario bastante cómodo, así que, además de robarle horas al sueño, como se suele decir, y tener una disponibilidad para la poesía por la tarde amplia, el horario me facilita mucho las cosas. Tengo como una doble vida. Por las mañana, de ocho a tres, soy orientador laboral, entregado a la causa, y a partir de esa hora me dedico a la poesía y a mis cuestiones literarias.

-¿Qué le trajo hasta Córdoba?

-Fue la casualidad, y también otros ingredientes más importantes. Mis padres son de Adamuz, y la casualidad fue que en aquel momento en que mi padre decidió regresar yo estaba en un impasse vital, acababa de terminar la carrera y todavía no había comenzado a buscar trabajo, así que decidí acompañarles un tiempo, en principio. Pero luego, la casualidad siguió funcionando, aunque aún sigo muy vinculado a Santa Coloma.

-¿Cómo se despertó en usted esa pasión por la escritura?

-Es una cuestión bastante compleja de analizar, porque es parecido a tener una especia de predisposición a ese tipo de gustos y que alguien te la despierte. Yo, en mi caso, tengo el recuerdo de una profesora en cuarto de EGB, a lo mejor con ocho años, que nos comenzó a hablar de poesía. Ahí estaba la semilla plantada. Pero, realmente, mi nacimiento poético se despertó en Santa Coloma, junto a un grupo de amigos que llevábamos la revista y con los que, además, he mantenido el vínculo a pesar de la distancia. Me permite tener una visión más completa de la realidad.

-¿Por qué la poesía?

-Yo creo que no tengo la posibilidad de elegir. Aunque suene así muy romántico, no tengo la posibilidad de elegir si quiero o no quiero escribir poesía. Porque, ahora mismo, lo que me supone la poesía es poder iluminar una parte, no solo de mí, sino de la realidad que me rodea, que de otro modo no tendría la opción de conocerla. Más allá de que yo pueda, de manera racional, conocer mi realidad a través de la física, la química o las matemáticas, lo que me proporciona la poesía no está ahí.

-Comenzó a escribir estos poemas en 2016. ¿Qué le inspiró?

-No recuerdo exactamente quién decía eso de que «el primer verso te lo dan los cielos y luego el resto del poema lo hace el poeta». Nunca sabes bien cuándo se va a desencadenar ese primer verso y, además, ese primer verso que es el que termina dando lugar al poema. Pero, lo que sí sucedió con este poemario fue algo predeterminado, porque lo que me propuse fue escribir durante cuarenta días seguidos un poema. Un poco también porque quería hacer un ejercicio sobre la cuarentena, así que eso fue como el borrador o el germen de ello.

-'Tocar arcilla al fondo' es su cuarto poemario y, según ha contado, continúa ciclos poéticos anteriores. ¿Concibió esta idea desde un primer momento o ha ido surgiendo y adaptándose esta relación entre los distintos libros?

-Hay un poco de las dos cosas. Al final, uno acaba teniendo siempre las mismas obsesiones, que son las que le dan vueltas en la cabeza y a las que, de alguna manera, necesita dar respuesta, aunque sepa que va a ser muy complicado... Pues, en cierta medida, han ido saliendo las obsesiones que siempre he tenido en los anteriores libros.

-¿Qué destacaría de 'Tocar arcilla al fondo'?

-Con respecto a los libros anteriores, creo tiene un nivel de profundización mayor en los conceptos y una depuración del lenguaje también mayor. Lo que he intentado con el libro, que creo que es un viaje que todavía no ha terminado, es intentar llegar a estratos en los que en libros anteriores no había llegado. He intentado que la incisión sea más profunda.

-¿Qué desea transmitir con tu poesía a los lectores?

-Lo que me gustaría comunicar a los lectores sería algo así como «fabrica tu propia aventura». Lo que sí me gustaría sería alcanzar una poesía en la que cada lector pueda terminar el discurso con sus propias vivencias. Es lo suyo, de verdad. Que para cada cual, como se está hablando de conceptos esenciales, tenga un significado particular y lo pueda encajar.

-¿Cómo vivió la presentación del poemario en su propia ciudad, en Córdoba?

-Fue muy emotivo y emocionante porque el público estuvo formado por caras queridas y, además, en un contexto como el que tenemos ahora mismo con la pandemia, sabes que están haciendo un gesto, no solamente de cariño y amor, sino de generosidad.