Comedia made in Galicia, aunque doblada al castellano. Un cruce entre ese estilo de serie española (su director, Toño López, proviene del mundo de la televisión) y el de las famosa saga titulada con ocho apellidos… Por tanto, estamos ante una producción donde el reparto es totalmente de la tierra, que comienza con empanada y pulpo, y finaliza celebrándose la final del equipo de baloncesto local (donde militaba uno de los protagonistas) para el ascenso, a la par que se soluciona el desenlace de la trama policíaca de un caso donde colaboran mafiosos portugueses con galaicos.

En fin, la cosa va de un par de tontos muy tontos, cuñados para más señas, que han colocado una madera supuestamente ignífuga en una residencia que ha salido ardiendo. Como no tienen el certificado correspondiente, el seguro los presiona con un montante de nada menos que 250.000 euros. A estos inteligentes personajes que encarnan los experimentados actores Miguel de Lira y Xosé A. Touriñán, no se les ocurre otra cosa que secuestrar al cuñado de la empresaria que les vendió el material, a quien importa poco la vida del hermano de su marido. Así que con este último personaje, que recrea Federico Pérez, tenemos al tercer inútil en cuestión. Entre ellos fraguarán un plan para robar a los mafiosos que trafican no con estupefacientes, sino con pulpo chino que hacen pasar por autóctono. El enredo está servido. No es una gran película, pero como comedia funciona para echar unas risas -que no es poco en los tiempos que vivimos-, aunque pronto se olvidará.

Del otro lado de estos torpes protagonistas están los personajes femeninos, bastante más inteligentes, que encarnan Eva Fernández, María Vázquez, Iolanda Muiños y Mela Casal, aunque siempre mucho más en segundo plano.

El entretenimiento está asegurado durante los noventa y cinco minutos de metraje, gracias a los embrollos en que se meten estos chapuzas, medio por necesidad para poder reconducir la difícil situación a la que han llegado por su mala cabeza... aunque posean un gran corazón.