Un político cordobés contribuiría con su sorprendente discurso del 27 de febrero de 1930, que no dejó satisfecho a nadie, a comenzar a dinamitar la imagen de la monarquía española. El que fuera jefe del Partido Conservador y expresidente del Consejo de Ministros, José Sánchez Guerra, lejos de hacer una declaración de republicanismo, como habían hecho Alcalá Zamora y Miguel Maura, defendió la monarquía, aunque arremetió contra la figura del Rey. Ni la izquierda comprendió su defensa de la monarquía, ni la derecha respaldó el discurso de Sánchez Guerra al considerar que “acababa de asestar un golpe mortal a la Corona”. Como recogería el diario cordobés La Voz, “se aclaró la incógnita”, pero “hemos de destacar que el discurso ha defraudado a muy significados sectores políticos que esperaban en el señor Sánchez Guerra una postura nueva”. El discurso fue ampliamente reseñado en una prensa cordobesa que ya estaba tomando parte a favor y en contra de la proclamación de una futura república. Esta intervención del político cordobés tuvo enormes consecuencias, al igual que el artículo firmado por Ortega y Gasset, titulado "El error Berenguer”.

La proclamación de la Segunda República no supuso cambios radicales en la prensa española, ni tampoco en la cordobesa. Los periódicos de empresa comenzaban a consolidarse frente a los de partido, aunque las dificultades que encontraron muchos de ellos para encontrar ingresos provocarían la desaparición de algunos, al mismo tiempo que aparecieron otros que acentuaron su posicionamiento político. La Segunda República fue recibida en Córdoba por cinco diarios: Diario de Córdoba, El Defensor de Córdoba, Diario Liberal, La Voz y Política.

La llegada de la Segunda República muestra una prensa cordobesa que, pese a la dilatada trayectoria de algunos de sus periódicos, está marcada por las dificultades para su mantenimiento, por lo que sería habitual antes del inicio de la guerra civil la aparición y desaparición de alguno de los medios existentes en esta década por la escasez de publicidad. A esto hay que unir la escasa difusión que alcanzan en tirada al tratarse de una provincia cuyo índice de lectura de periódicos no era de los más elevados de Andalucía. Los nuevos diarios que surgen en estos primeros años de la década en la ciudad de Córdoba están vinculados al Partido Socialista, primero con Política y después con El Sur. A estos hay que unir un diario vinculado a la CEDA, Guión, que aparecerá ya en 1936.

El más longevo entonces era el Diario de Córdoba, un periódico escasamente influido por la llegada de la República al haber visto pasar desde su creación distintos sistemas de gobierno en España. Ese transcurrir de los años provocó que quedara anticuado al no renovarse ni en la forma ni en el mensaje. Como escribe Antonio Checa Godoy, “el diario mantiene su tono neutral, busca situarse al margen de polémicas, aunque tiene una manifiesta inclinación conservadora”. Esa escasa evolución también define a El Defensor de Córdoba, dirigido por el conservador baenense Daniel Aguilera, que se muestra claramente contrario a los aires de renovación que aparecen en el país. El Diario Liberal caminará hacia su extinción rápidamente al verse desplazado ante los cambios que se producen, mientras que La Voz se declarará republicano, tras estar vinculado durante la dictadura con la Unión Patriótica. El impulso que toma el Partido Socialista se verá reflejado en la aparición de Política y, tras su desaparición, en El Sur.

El 14 de abril, Política titula a toda página: “El pueblo de Córdoba vota fervorosa y ordenadamente la candidatura republicano-socialista”. El subtítulo amplía la información sobre el resultado de las elecciones: “Con un espléndido sufragio es impuesta, íntegra, la candidatura de las izquierdas, dándose un imborrable día de triunfo a la democracia”.

Vázquez Ocaña, junto a otros intelectuales cordobeses, en una imagen publicada en 1931 en 'Política'. CÓRDOBA

EL 16 de abril, Política publica la extraordinaria crónica de Fernando Vázquez Ocaña titulada “Reportaje de la Revolución de los municipios”. El comienzo es uno de los textos más impulsivos escritos en la proclamación de la Segunda República, cargado de sentimiento, pero también del detalle de una jornada histórica de la que se siente protagonista:

"Brotan las banderas. Todo este reportaje ha de ser como un latido. No es la pluma, es el corazón quien escribe sobre una ‘Remington’. He de decir, en pocos minutos, con el reloj a la vista y los cajistas señalando el minutero, lo que he visto, pues lo que he sentido no cabe en pocas cuartillas. He sentido historia, arado que se hinca en el tiempo, con un pueblo infeliz y feliz a la mancera. He sentido esta cosa que tiene uno en las venas y es España, rompiendo las durezas de un tiempo sin clemencia y floreciendo en un júbilo solar, de fructificación civil. Es decir, de cultura. Porque cuando la libertad es cantada como la cantan estas muchedumbres y se conquista elegantemente, depositando un papel en una caja de cristal, hay verdaderamente cultura en la revolución. Desde nuestra Redacción veo cómo brotan las banderas. Banderas rojas y moradas. Aquéllas nacidas de la juventud, y movidas por un aire universitario. Estas, procedentes del romanticismo, hijas de aquellos lienzos besados en las barriadas por los hombres de la ‘Gloriosa’".

"He sentido historia, arado que se hinca en el tiempo, con un pueblo infeliz y feliz a la mancera. He sentido esta cosa que tiene uno en las venas y es España"

Sin duda, es uno de los mejores textos publicados entonces sobre la proclamación de la Segunda República. Vázquez Ocaña describe, minuciosamente, los acontecimientos y sentimientos que se vivieron en Córdoba durante el 14 de abril. El periodista baenense narrará como se desencadenaron los acontecimientos:

"Estas manifestaciones empezaron a las ocho de la mañana del 12 de abril, un domingo nublado, severo. El 13, día y noche, vivaquearon y cantaron, esperando la batalla del martes. El martes, día aciago para la cruz y tres palos del Borbón, o abandonaba éste y su gente el país, o se le declaraba la guerra sin cuartel desde la calle. Inquietud y voluntad de arrostrar la tragedia. El 14 amaneció un día de sol, cruzado de nubecillas. Cada nubecilla era una indecisión. La gente miraba a Madrid. Estaban las calles llenas. Delante de POLÍTICA, en la plaza de las Tendillas, desde bien de mañana, se estacionaron miles de personas. Venían de todas las zonas de la ciudad manifestaciones a vaciar la ansiedad de Córdoba en el cuadrilátero que preside el Gran Capitán, que no quería cuentas porque las pagaba con gloria. Obreros y estudiantes. Las pizarras de POLÍTICA iban dando cuenta de las noticias de Madrid, pero el gobernador mandó retirarlas. Tenía miedo. A los dos y media recibimos la primera conferencia telefónica. Romanones se había jugado a cara o cruz la renuncia del Rey, y había visitado a Alcalá Zamora para pedirle condiciones. La noticia circuló como sólo corren la esperanza y la luz. A 200.000 kilómetros por segundo. Y ya se rompieron los diques del pueblo. Ovaciones. Marsellesa. Aún estaba la guardia civil y la guardia de seguridad en las Tendillas, pero también bajo los cascos y los tricornios se sonreía. Nuestro Director dio orden de que se pusieran nuevamente las carteleras, y como el gobernador insistiera en quitarlas, aquél le comunicó cortésmente que era hora de que se ocupara en hacer las maletas, pues en aquel momento se estaba pactando la entrega de la Monarquía. Poco después las fuerzas de orden se retiraron. El público quedó en silencio, extrañado. Ignoraba que poco antes, el presidente del Gobierno Provisional de la República había pedido al último gobierno de la monarquía que su último acto de poder fuera retirar a los guardias. Como avisadas por un fluido, las manifestaciones seguían confluyendo a las Tendillas. A las cinco ésta era un hormiguero de republicanos, que miraban los balcones de nuestra Redacción".

El texto sigue narrando lo que sucedió después:

"A las cinco y media recibía quien esto escribe la noticia de la renuncia de don Alfonso XIII al trono. Nuestra redacción estaba llena de amigos, emocionados. Todos se descubrieron cuando el hilo telefónico, cargado de revolución, dio el chispazo definitivo. Entonces nuestro director señor García Hidalgo, cogiendo una bandera republicana, que teníamos preparada, porque nosotros sabíamos que la República no tardaría, se asomó a nuestro balcón central y puso la enseña de la liberación. Abajo, en la plaza, resonó esa cosa gloriosa que es el entusiasmo del pueblo cuando triunfa noblemente. Sonido de mar y de órgano. Armonioso y estremecedor. El doctor Ruiz Maya asomóse al balcón, demandó silencio y pronunció unas palabras elocuentes y llameantes (...)".

"A las cinco y media recibía quien esto escribe la noticia de la renuncia de don Alfonso XIII al trono (...). Todos se descubrieron cuando el hilo telefónico, cargado de revolución, dio el chispazo definitivo"

El republicanismo del periódico cordobés lo reiterará durante su existencia. Pocos días después de proclamarse la República exaltará la figura de Niceto Alcalá Zamora con un suelto en la portada en la que reconoce la integridad y compromiso del político prieguense con palabras muy halagadoras: 

"No hay que dar su nombre. Ha sido presidente en la cárcel. Lo ha sido desde su casa, con efectividad en las conciencias, mientras se aguardaba el día marcado por el destino para que lo fuese en la realidad ejecutiva. Alcalá Zamora representa en la presidencia del Gobierno provisional, después, seguramente, en la de la República, la nueva España transformada. Fue ministro de la monarquía antes de 1923. Después, su republicanismo fue ardiente y abnegado. Cuentan que reunió a sus hijos para advertirles que su fortuna iba a ponerla al servicio de la República, pero que antes había querido contar con ellos. Sus hijos aceptaron, fervorosamente, el sacrificio del padre. Después, la visión certera, el corazón firme, la voluntad en tensión, el coraje inflexible. El espíritu de la raza en resurrección estaba en él. Ante Alcalá Zamora, todos en pie, debemos descubrirnos, con la emoción del espectáculo de un hombre con todas las virtudes republicanas".

Otros periódicos

Uno de los periódicos más críticos con la Segunda República fue El Defensor de Córdoba, que no aceptó el nuevo sistema de gobierno y los cambios que se estaban produciendo desde su identidad católica. Dirigido por Daniel Aguilera Camacho, que también era su dueño, el periódico se vio sometido a la censura durante el bienio progresista y hasta su director llegó a ser detenido (lo arrestaron el 19 de agosto de 1932 y lo liberaron al día siguiente), además de suspenderse el periódico durante 13 días. El 15 de abril de 1931, recién proclamado el nuevo sistema de gobierno, publicó una columna editorial, titulada “Nosotros”, en la que defendía su postura como periódico “católico, apostólico, romano” y su defensa de “Dios y la patria”: “(...) Nosotros somos lo que hemos sido siempre: católicos, apostólicos, romanos. Nuestra actuación seguirá siendo lo que ese nombre nos manda. Ante todo y sobre todo es para nosotros Dios, el amor a Dios y a su Santísima Madre y la defensa de la Religión Católica”. El periódico parece permanecer al margen de la política, de quien dice no ha recibido nunca subvenciones o ayudas: “No hemos tenido de los gobiernos que se sucedieron, ni honores, ni sinecuras, ni subvenciones, ni sueldos y esto nos dio una posición privilegiada, pudiendo censurar libremente y libremente hemos censurado hasta en días en que era muy difícil hacerlo”. Por eso, considera que no es adecuado hablar de gobiernos y sí de trabajar por el país: “Estos momentos son solo los de laborar por España, por su tranquilidad, por su orden, por salvaguardar la vida económica del país y por procurar el respeto máximo para los sagrados intereses de la nación”. Durante la Segunda República, el periódico reiterará su monarquismo y su posición integrista.

El Diario Liberal, como recoge Checa Godoy, “acoge con júbilo la caída de la Dictadura”, aunque pronto se verá superado por la nueva realidad política al desaparecer de la primera línea política su inspirador, Eugenio Barroso. En los meses anteriores a la proclamación de la República defenderá la monarquía, acentuará su postura conservadora y rechazará los procesos revolucionarios que se están produciendo. El periódico respaldará la candidatura de la concentración monárquica en las elecciones municipales del 12 de abril, tal y como difundirá ampliamente el periódico en las informaciones previas a la convocatoria. Junto a la publicación de la lista, incluirá sueltos en los que cuestiona a los partidos republicanos y, sobre todo, a comunistas y socialistas. “Los comunistas contestan al ataque de las izquierdas, diciendo que ellos son los verdaderos apóstoles del obrero. Agregan que el comunismo triunfará sobre el republicanismo y el socialismo. Ante esta batahola, el elector no tiene mejor lema que el que le ofrece la candidatura de Concentración Monárquica”, escribe en la portada del 6 de abril de 1931. Ese mismo día, otro suelto en la portada remarca su posición monárquica y el rechazo al republicanismo: “El domingo, 12 de abril, los escrutinios dirán que las candidaturas monárquicas triunfan en toda España. El movimiento republicano es todavía más superficial de lo que opina Cambó. El pueblo es monárquico, fundamentalmente monárquico”.

En los días previos a las elecciones de abril advertirá de las presiones de los simpatizantes republicanos y exigirá al gobernador que tome medidas para frenar este movimiento. En la portada del 7 de abril publica a tres columnas un amplio artículo que titula “Una advertencia al Gobernador civil”. El texto recoge las infracciones que se están produciendo al “derecho vigente, al escándalo y a la provocación” en la provincia con el objetivo, según el periódico, de “retraer de ellos (los actos oficiales electorales) y del momento de la votación a las personas de orden, alarmando y a tal fin a sus familias”. El periódico inserta consignas que, a su entender, están presionando a las personas de orden: “Los gritos de ordenanza son los de ‘Vamos contra los caciques’, ‘Viva la República’ y ‘Abajo la monarquía’, con algún que otro de ‘Fuera la religión’”. Por ello insta al gobernador civil a que no se permita este tipo de actuaciones y que se garantice el día de las elecciones el derecho de todas las personas. “De lo contrario -dice-, pudieran ocurrir sucesos desagradables, de los cuales, declinada ya nuestra responsabilidad como liberales de orden que somos, recaerá la misma sobre quienes disponiendo de medios legales suficientes para evitarlo no lo hagan”.

Celebradas las elecciones, el periódico justificará la derrota monárquica en la falta de compromiso y en la apatía de sus electores: “(...) la masa monárquica no se ha movido a la voz de alarma que uno y otro día se ha venido dando para hacer ver a quienes deben verlo cuál era su deber ciudadano ante las urnas”.

Lo que vino después es de todos conocidos. En su exilio de París, Vázquez Ocaña lamentaría el drama provocado por el golpe militar en su libro Pasión y muerte de la Segunda República española: “Lo más florido de una nación, la expresión humana de un renacimiento nacional, ha sido desahuciado violentamente de sus lares y de su tarea. Sean estas nuestras últimas palabras: que la suerte se muestre con todos abierta y que ningún emigrante joven ni viejo, niño o mujer, olvide a los que quedaron allá abajo; y por su memoria y su ejemplo, todo cuanto hagan, lo hagan pensando en España, a la que un día debemos volver para rescatar nuestras herramientas y seguir hasta la muerte nuestro servicio”.

El periodista cordobés insistía en el golpe militar que provocó el final de la Segunda República y las consecuencias que tuvo para miles de exiliados españoles y analizó las causas y consecuencias del alzamiento nacional. El periodista advierte del crucial momento en el que se encuentran las democracias europeas ante el auge de los totalitarismos: “La democracia está en lucha mortal con los sistemas autoritarios. Pero fuera de la democracia las doctrinas no poseen ningún relieve, no producen la satisfacción esencial de servirlas, y no teniendo a qué referirlas matarán el ansia de cambio y mejoramiento. Ganar o perder, en la democracia, sólo debe ser cuestión de potencial de razonamiento, no de demencia sanguinaria. En mi patria, a Don Quijote enjaulado le han echado los totalitarios culebras y avispas (...)”.

* Más información: EXPÓSITO EXTREMERA, Francisco: "Vázquez Ocaña. Artículos cordobeses". Diputación de Córdoba. Córdoba, 2020.