El Museo Thyssen-Bornemisza muestra una parte del tesoro de artes decorativas de la familia Thyssen-Bornemisza con una exposición que coincide con el centenario de su fundador y que incluye una veintena de piezas de orfebrería, tallas de cristal de roca y cuadros prestados por su hija Francesca.

La muestra es la segunda que la pinacoteca organiza con motivo del aniversario de su fundador, que este martes hubiera cumplido 100 años.

'Tesoros de la colección de la familia Thyssen-Bornemisza', que se podrá disfrutar hasta enero del 2022 distribuida en las salas de arte antiguo del museo, es una oportunidad para conocer una de las facetas menos conocidas del barón Thyssen: la de coleccionista de artes decorativas.

Francesca Thyssen-Bornemisza, hija del barón, ha prestado la mayoría de las obras y se ha mostrado este lunes muy emocionada con la muestra: “Las artes decorativas era una parte importante de la colección de mi padre”.

La nómina de obras seleccionadas es “muy exclusiva” y su selección “ha sido difícil”, ha explicado Mar Borobia, experta en arte antiguo del Museo Thyssen y comisaria de la muestra.

Se trata de diez piezas de altísima calidad de orfebrería alemana y holandesa de los siglos XVI y XVII; dos esculturas del renacimiento italiano y alemán; tres espectaculares tallas en cristal de roca del barroco italiano; cuatro óleos de diversas escuelas artísticas del siglo XVII, y un extraordinario baúl de viaje, con sesenta y seis accesorios, del siglo XVIII.

El barón Thyssen-Bornemisza heredó de su padre “el espíritu” de la compra de objetos de artes decorativas como esculturas, joyas renacentistas, mobiliario, esmaltes, tapices o alfombras, y que se solían instalar en Villa Favorita para “contextualizar” la importante colección de pintura de la familia, ha explicado Borobia.

El barón heredó en 1947 la mayor parte de la colección de su padre, pero una parte pasó a sus hermanos -sobre todo artes decorativas-, y él trató de volver a reunirla, pero gran parte, por desgracia, se perdió, según ha explicado hoy Francesca.

Fue el caso, por ejemplo, de la colección de orfebrería del siglo XVIII que heredó su hermano Stephan, que residía en Cuba. “Mi padre y mi madre viajaron a la isla para rogar a mi tío que se fuera a Jamaica, pero se negó y muchos de los tesoros de esa colección se perdieron durante la Revolución”, ha explicado.

Para la familia este tesoro es muy importante. Formaba parte de la decoración en Villa Favorita, la residencia en suiza de la familia.

Francesa ha recordado como a su padre le gustaba tener su colección de orfebrería de Núremberg ante su escritorio, para "verla todos los días”. “Estas obras han sido parte de nuestro día a día”, ha dicho la hija del barón, que dirige desde hace años TB21, una fundación de arte contemporáneo.

Muchas de las obras que forman ahora parte de esta exposición ya estuvieron en el museo en los noventa, como parte de un préstamo del barón cuando el museo abrió sus puertas hasta principio de los 2000, ha recordado Borobia.

“La generosidad de mi padre no conocía limites”, ha dicho su hija. No solo por su empeño, a lo largo de su vida, para reunir su colección de arte, y luego querer que permaneciera unida y abierta al público, sino también porque siempre pensó que el arte era “un agente de cambio”.

Mañana, cuando se cumplen cien años del nacimiento del barón Thyssen, el museo, con jornada de puertas abiertas hasta el fin de semana, ha organizado una decena de pequeños conciertos abiertos al público, con aforo reducido, con la música favorita del barón.

“Era un hombre generoso en todos los sentidos, por eso queremos rendirle un homenaje como coleccionista y como ese gran humanista que fue”, ha dicho Emilio Acevedo, director gerente del museo.