El poeta José García Obrero presentó este martes en el Centro de Artes Plásticas Rafael Botí su poemario Tocar arcilla al fondo (Siltolá Poesía). El libro consta de 37 poemas que se organizan en cuatro partes (Flor, Sed, Ceniza y Sombra) y suponen la transposición poética de un itinerario existencial, metafórico y elusivo, hacia la sombra a través de la incertidumbre y la extrañeza. El escritor y traductor barcelonés, que lleva afincado en Córdoba más de dos décadas y es colaborador del suplemento literario Cuadernos del Sur, obtuvo con su anterior libro de poemas, La pies es periferia (Visor, 2017), el premio Ciudad de Burgos y ha publicado varias traducciones del poeta en lengua catalana Jordi Valls. Además, junto a Elena Román, coordinó la antología Joven Poesía de los Países Catalanes (La Manzana Poética, 2020).

Precisamente, Elena Román fue quien presentó Tocar arcilla al fondo, del que destacó el uso de unas imágenes que remiten a elementos esenciales: la propia arcilla, que, según Román, requiere del agua para adquirir su textura, o el hecho de que las distintas partes -Flor, Sed, Ceniza, Sombra- remitiesen "a una suerte de tránsito por distintas estaciones". Román remarcó que algunos versos se convierten en poemas en sí mismos, como sucedía en "lo efímero se queda para siempre”, del poema “El arca”. Román advirtió de la presencia de un escenario híbrido, "en el que confluyen la nostalgia del mar y un escenario perdido, inconcreto, formado tal vez por paisajes de la infancia". Por último, mencionó como elemento destacado de su poética la continuidad de una "estructura cíclica", un trayecto que avanza desde sus obras anteriores, pero que, como ha dicho el propio autor, busca iluminar nuevas áreas, evitando “centrifugar las mismas obsesiones”.

Elena Román y José García Obrero, durante la presentación. MANUEL MURILLO

A continuación, José García Obrero leyó algunos poemas de su nuevo libro, puntualizando que cada una de las partes suponían un itinerario existencial que, como dijo Santos Domínguez, busca adentrarse en la esencia, donde destaca la depuración del lenguaje para alcanzar la raíz de los conceptos. García Obrero indicó que el origen del libro fue un ejercicio de meditación, un intento de adquirir hábitos, entre ellos el de la propia escritura, a lo largo de una cuarentena, lo que le llevó a hablar de este concepto desde distintos ángulos: religioso, histórico o científico. Más tarde, a esta idea inicial se le superpusieron “muchas capas”, pero el germen, leído en la actualidad, parece “escrito durante la pandemia y no en 2016” como sucede con el poema “La infección”, donde dice: “esforzarse en olvidar, entre las sombras,/ la infección, los días de obligado aislamiento,/ su incapacidad de prevenir nuevos contagios”, conceptos que se repiten en otros poemas como “Cuaresma”. Sin embargo, como añadió, al recorrido se le superponen otros discursos. Así, en “Flor”, poemas como “Anunciación” o “Agosto” devuelven a un paisaje infantil de verano, donde la fuerza de las imágenes reflejan la intensa impresión que en el niño causan determinadas vivencias (“agosto era un pueblo lejanísimo/ secándose en las hojas de septiembre/ era áspero y rudo, era un barreño/ donde hervía la carne desplumada”). Más adelante, en “Sed” el extrañamiento del poeta se hace patente en la figura de un “extranjero”, un ser ajeno en cierto modo a la realidad poética en que se mueve. En este caso, García Obrero contó la anécdota del poema “Vino”, escrito por encargo para una publicación de Sant Sadurní d'Anoia, tierra del cava, y cuyo resultado, afirmó, le encajó en el libro como un guante: “Yo fui el extranjero del otoño,/ la máscara encendida en las bodegas/ que trae la floración a los sarmientos/ desde una primavera transparente”.

La parte “Ceniza” incluye el mayor número de poemas que originaron el libro, los de la cuarentena y, por ello, evidencian un componente espiritual, e incluso religioso, mayor, que ya desprende en los títulos: “El arca”, “La zarza”, “Tentación” o “Cuaresma”. En “Sombra”, la última parte del libro, irrumpe la naturaleza como fuerza redentora, dando espacio a la amistad, el amor o la propia escritura. Comentó que este es el caso del poema “Duermevela”, con el tuvo un recuerdo para el poeta Eduardo García.

Finalmente, García Obrero advirtió que el poema “Plaza” estaba hablando del preciso momento en el que estaban, porque, dicen sus versos: “Resplandece a esta hora la ciudad, la plaza vibra”, y esto solo lo provoca el brillo del afecto.

Portada del nuevo libro de José García Obrero.

Portada del nuevo libro de José García Obrero.

FICHA:

Autor: José García Obrero.

Título: Tocar arcilla al fondo.

Editorial: La Isla del Siltolá (Sevilla, 2021).

Páginas: 84.