Ha sido uno de los grandes de los últimos cincuenta años en la música española, y eso es muy importante para cualquier músico y también para el público, al que supo acercarse con un lenguaje muy cercano», señala Carlos Domínguez-Nieto, director titular de la Orquesta de Córdoba, refiriéndose al compositor recientemente fallecido Antón García Abril. Es por eso que la formación musical cordobesa, que ha interpretado muchas de sus obras a lo largo de su trayectoria, al día siguiente de la muerte del músico turolense decidió hacerle un homenaje grabando, tras el ensayo del viernes pasado, una pieza de este autor, muy conocido por la música de emblemáticas series de televisión y bandas sonoras cinematográficas. 

Se trata de una de las obras del ciclo Canciones y danzas para Dulcinea, La canción de la noche blanca, que tiene mucha relación con Córdoba y «para mí es la más bonita», dice Domínguez-Nieto, que explica que fue compuesta en 1992, año en el que el director conoció al compositor cuando este actuó como su examinador de Composición en Madrid. 

De esta manera, la formación ha querido rendir homenaje al compositor, dedicándole «un pequeño recuerdo con una de sus canciones», cuya grabación puede ser escuchada a través de la página web de la Orquesta y de sus redes sociales. «Fue todo muy improvisado», señala el director, que recuerda su último encuentro con García Abril hace ahora algo más de un año en la Fundación Gala, con quien mantenía una estrecha relación. «No venía a Córdoba desde que falleció su mujer, cuatro años antes, porque le traía demasiados recuerdos, pero aquel día estuvimos hablando de algunos proyectos futuros con la Orquesta y la fundación», recuerda Domínguez-Nieto, que rememora la «emoción» que sintió el compositor turolense al volver a la ciudad. El covid pospuso el proyecto, que consistía en interpretar varias obras suyas para coro y orquesta, y que «quizá retomenos», explica el maestro. 

«Hay pocos compositores de nuestra época que convenzan al público y al que se quiera escuchar, y Antón García Abril era uno de ellos», prosigue Domínguez-Nieto, que asegura que «su música no necesitaba un oído especializado, sino que ha llegado a todo el mundo porque era muy cercana, y la mayor parte de los músicos que conozco siempre lo han disfrutado y respetado mucho».

Por otro lado, era «una gran persona, muy amable y simpática, muy respetuoso, y eso en nuestro mundo se aprecia mucho». Con la grabación de La canción de la noche blanca, Córdoba se une a los homenajes y recuerdos que el compositor turolense está recibiendo en todo el país. 

«Disculpen, tengo algo nuevo que decir»

Tomo café con un amigo músico una soleada y gélida mañana de marzo en San Agustín. Le enseño en el móvil los primeros compases de la Primera Sinfonía de Beethoven. Le pregunto: «¿Qué ocurre aquí, en el primer compás, qué hace que este comienzo suene tan singular, tan inestable tonalmente?». Primero se excusa: me dice que la composición no es su especialidad. Luego, con curiosidad, le echa un rápido vistazo. Finalmente, con ojos divertidos, me responde: «La sinfonía está en do mayor, pero en vez de comenzar con esa nota, lo hace con la dominante de la subdominante. Y hace tres intervalos inusuales, dominante-tónica, antes de llegar a un resplandeciente do mayor, que es la tonalidad que le corresponde al movimiento».

 -Empezar así tu primera sinfonía, de esta forma tan valiente, indica una seguridad y una madurez extraordinarias. Por otro lado, es lógico. Beethoven la publicó cuando ya tenía 30 años...

- Sí. Ahí se nota que no compuso sinfonías hasta estar seguro de poder decir algo nuevo...

Sentir que se está preparado para decir algo nuevo. Y decirlo. He ahí la clave. En una época impactada aún con los fenómenos prodigiosos, como fue el caso de Mozart, que escribió su primera sinfonía a los ocho años, y con una sociedad musical tan activa, tan demandante de sinfonías y conciertos que alimentaran la bulliciosa vida musical alemana, que otro niño prodigio se desentendiera del circo de la edad para inaugurarse en la reina de las formas musicales, la sinfonía, refleja, además de una firmeza de carácter, un altísimo nivel de autoexigencia. No hacer mientras no se tenga nada que decir. Decir exactamente aquello, y solo aquello, que sea una contribución. En el mundo de la sinfonía lo hizo hasta nueve veces distintas. 

¿Existe una edad adecuada para decir algo nuevo? ¿Sobreestima la sociedad el talento prematuro? ¿Qué decir y cuánto decir no es el primer deber, y el primer drama, del artista?

El jueves y el viernes, a las 19.00 horas, tendrá lugar el primer concierto del díptico que ha preparado la Orquesta antes y después de Semana Santa para homenajear el 250 aniversario del músico alemán, acontecido realmente en 2020. Sonará Haydn, su bellísima Sinfonía Concertante, y la Primera sinfonía de Beethoven. CURRO CRESPO