A punto de finalizar un año demoledor debido a la pandemia del covid-19, Carlos Domínguez-Nieto sigue sin soltar la batuta, aunque le haya costado mantenerla en sus manos en más de una ocasión en estos últimos nueve meses de restricciones de aforo y aplazamientos de espectáculos. Hace esta entrevista en Mollina (Málaga) después del ensayo general del concierto que por la tarde ofrecería en Úbeda dirigiendo a la Orquesta Joven de Andalucía, tras lo que partirá a Madrid a recibir el año junto a su familia, «algo que hace tiempo que no podía hacer». A su vuelta a Córdoba, espera poder llevar a cabo todo lo programado con la Orquesta de Córdoba después de un «intenso» año en el que «la pandemia ha favorecido la creación y los nuevos proyectos» en la formación musical.

-Estamos al final de un año trágico que ha afectado especialmente al sector cultural. ¿Cómo lo ha vivido tanto a nivel profesional como personal?

-En la Orquesta lo hemos vivido muy intensamente, al principio con dudas, incertidumbre, desesperación e, incluso, agobio, pero luego empezamos a ver las cosas positivas, que, aunque la situación sea terrible, las tiene. Así, comenzamos a desarrollar nuevos proyectos, nuevas ideas, a ofrecer otro tipo de obras y en nuevos escenarios. Eso ha sido muy positivo y nos ha abierto mucho las miras. Lógicamente, estamos todos ansiosos de volver a lo que es la tradición y lo que hemos podido hacer en otras ocasiones.

-¿Ha temido la Orquesta por su futuro?

-Sinceramente, no. En primer lugar porque nos sentimos muy arropados y apoyados en Córdoba. La Orquesta tiene un gran nivel, que sigue aumentando, igual que su renombre fuera de la ciudad. Todos esperamos que la pandemia sea algo puntual, no sabemos cuánto va a durar, pero no hemos tenido esa duda porque, además, la música es un bien importantísimo para la sociedad que yo creo que nada hará que se pierda.

-¿Ha afectado a la calidad? ¿Cómo ha visto el ánimo de los músicos?

-Evidentemente, mientras estábamos en casa sin poder tocar y hasta que empezaron a surgir los primeros proyectos, tuvimos dudas. Pero sé que durante el confinamiento siguieron trabajando, porque para nosotros nuestros instrumentos son como la vida. Y, de hecho, algún tipo de trabajo que hemos realizado, como los grupos de cámara, los conciertos y los ensayos reconcentrados, han aportado cosas muy positivas al trabajo de la Orquesta. Esta situación, en muchos aspectos, ha podido ser positiva.

-¿Y el de los abonados?

-Al principio, tenían incertidumbre y muchas dudas. Pero cuando empezamos a hacer todos los proyectos y los conciertos que hemos ido ofreciendo se han sentido agradecidos. Han colaborado, han tenido ideas y propuestas, nos han escuchado y en los conciertos que hemos podido dar había una gran afluencia de público. Y hasta con necesidad de repetir cuando el aforo era muy reducido. Pero todos quieren volver a su sitio habitual lo antes posible.

-¿Sobrevoló la idea de suspender la temporada?

-No. Ni siquiera suspender un concierto. Si hemos tenido que aplazar alguno ha sido porque nos han obligado, pero nunca se pensó en eso y, de hecho, preparamos muchos conciertos para hacer a distancia. Teníamos más de 20 proyectos de emergencia, que se crearon en ese momento, y pudimos llevar a cabo cinco.

-¿Ha sido complicado mantener las medidas de seguridad?

-Una vez estuvo todo pensado, no. Pero todo era nuevo al principio, cuando la normativa cambiaba constantemente. Y tuvimos que improvisar, pero una vez estuvo todo organizado fue sencillo.

-La temporada empezó con un concierto en homenaje a Leo Brouwer. ¿Tiene esperanzas de que acabe con la misma alegría?

-Sí, pero no solo el comienzo de la temporada, porque de todos los conciertos que hemos tenido el público ha disfrutado, lo que es muy emocionante. Esa alegría del primer concierto la sigo viviendo en cada actuación.

-Pese a todo, la música clásica no ha parado en Córdoba e, incluso, se han puesto en atril adaptaciones suyas, como hizo la Cametara Gala con la cuarta sinfonía de Mahler. Supongo que debió ser una gran satisfacción dentro de esta tragedia.

-Por supuesto. Todos hemos pensado qué se podía hacer. Las ideas no han parado de surgir en cada uno de los profesores. En la orquesta, la pandemia ha favorecido la creación, los nuevos proyectos. Ha sido una época muy intensa porque todo era nuevo, pero hemos creado muchas cosas en muy poco tiempo.

-¿Qué concierto recuerda con especial cariño?

-Hay dos tipos de conciertos que recuerdo con mucho cariño. Unos, los que no pudimos hacer, pero habíamos preparado hasta la última nota, como el que íbamos a ofrecer el 12 de marzo con la Orquesta Joven de Córdoba. Acabamos el ensayo general y en ese momento se aplazó. Lo mismo con el segundo de abono, el de La Adelfa, con Pablo García López. Pero con este último programa, muy difícil y trabajado, surgió la idea de grabar la pieza. También a la vuelta, después del confinamiento, hicimos un programa muy bonito en lugares al aire libre, como Viana, el Alcázar y Medina Azahara. Todos fueron muy especiales.

-Usted tiene contacto con muchas orquestas y directores. ¿Cómo han vivido esta situación el resto de formaciones españolas?

-De forma muy distinta, pero lo curioso es que han surgido muchas iniciativas. Algunos han sufrido más que otros y cada uno ha tomado sus decisiones, aunque algunas que decidieron no tocar se han arrepentido después. Lo que he visto es que cuanto más se han lanzado las orquestas, más satisfechos han quedado los profesores y directores. Es decir, que nuestra idea de ofrecer lo máximo posible, arriesgar, ha merecido la pena.

-¿Y las europeas?

-También con muchas diferencias porque cada país ha impuesto sus normas. Por ejemplo, en Centroeuropa se ha prohibido tocar a las orquestas, lo que la gente ha visto como una exageración porque no ha habido contagios en el mundo cultural. Es una pena porque el mundo musical está muy triste y los músicos llevan meses sin tocar y haciendo todo por internet, lo que es muy duro. Hay que decir que en España, y no es una irresponsabilidad, las instituciones están dando todo por mantener los protocolos de seguridad, acostumbrándonos a situaciones rarísimas. Pero nos hemos lanzado, algo a lo que no se han atrevido en otros países y ahora lo sufren.

-La siguiente cita es el concierto de Año Nuevo. Eso siempre es una inyección de optimismo ¿En qué va a consistir?

-Este concierto lo va a dirigir Tomás Grau, una de las grandes promesas españolas, y es un programa que hace un guiño al repertorio de Año Nuevo, con música de la familia Strauss, pero también se tocará una de las grandes obras del repertorio romántico, la suite del ballet de La Bella Durmiente, de Chaikovski, en una versión reducida que yo he preparado

-¿Qué nos espera en el 2021?

-Espero que podamos hacer todo lo programado. Vendrán dos directoras invitadas que están deseando, colaboraremos con los conservatorios y habrá conciertos didácticos y familiares.