Hace unos años se ha lanzado la propuesta de poner como día del Barroco el 7 de diciembre. Efeméride del nacimiento de uno de los escultores más representativos de este movimiento artístico europeo como fue Gian Lorenzo Bernini (1598-1680). Todos reconocemos su baldaquino cubriendo el altar y la tumba de San Pedro del Vaticano en las habituales imágenes de las celebraciones de Roma, pero quizá son menos conocidos por el gran público su Éxtasis de Santa Teresa o el Rapto de Proserpina , por poner solo dos ejemplos de la calidad y la expresividad de su arte que excede lo meramente narrativo.

El Barroco fue uno de los movimientos artísticos más genuinamente europeos. Cada país, tiene unos representantes que utilizando los mismos recursos han dado lugar a propuestas completamente diferentes. A lo largo del siglo XVII, la centuria propiamente tenida como barroca, van destacando personalidades que con su mirada han ido configurando la historia visual europea con la que nos identificamos todos. En España surgen las obras de Velázquez y Murillo, mientras que en Flandes destacan Rubens y Van Dyck. En los Países Bajos son Rembrandt, Frans Hals y toda su escuela de paisajismo la que están dando la imagen a un Barroco más comedido e intimista. En Francia conviven la corriente clasicista de Nicolas Poussin con el tono más caravaggista de Geoge de La Tour. E Inglaterra asume los modelos de Van Dyck e introduce a Palladio a través de Íñigo Jones, dando respuesta a una arquitectura que posteriormente será modelo para las mansiones y grandes obras civiles norteamericanas, ya en los siglos XVIII y XIX.

Hay una tendencia de amalgama en los últimos años que busca la uniformidad de mentes, simplificación de conceptos y universalidad mal entendida que se ha dado en llamar globalización. El Barroco, cuatrocientos años atrás, ya había conseguido esa universalidad sin hacer perder la identidad de cada región. Los recursos son los mismos, pero las soluciones diferentes. ¿Hay algo más rico que esa diversidad bien entendida? No hay más que ver los diferentes tipos de Barroco que nos encontramos en España, que van desde una plaza do Obradoiro a la fachada principal de la catedral de Granada.

Tuve un profesor en la facultad que apuntaba a que Europa es lo que es gracias al Imperio Romano que le dio una estructura y al Concilio de Trento, que supo advertir la importancia de defender lo que nos hace singulares, y que empleó la cultura, el arte, la música, la escenografía con ese fin, para unificar dentro de la diversidad. Así tenemos un Bernini en Roma, pero un Churriguera en España, ya en el siglo XVIII. Un Shakespeare en Inglaterra y un Calderón de la Barca en España. Un Vivaldi en Italia y un Bach en el antiguo Sacro Imperio Germánico -parte de la actual Alemania-. El Barroco es un estilo artístico que se expande por toda la cultura europea, desde la arquitectura a la música, desde la moda a la pintura, desde el teatro al urbanismo. Todo es Barroco, pero cada Barroco es diferente, adecuándose a las idiosincrasias de dónde surge sin perder su identidad.

El Barroco identificado con lo recargado, lo excesivo, lo magnífico ante las esculturas de Bernini o las pintura de Rubens, pierde ese sentido exultante y desbordante frente a las Meninas de Velázquez o la Lechera de Vermeer de Delft, donde lo íntimo, lo personal, lo cotidiano se presenta al espectador. La luz es la gran protagonista para mostrar y para esconder: a contraluz, con una puerta que se abre al fondo; en un reflejo, a través del espejo; y filtrándose entre las ventanas del taller en el que trabaja el pintor, dejando congelado en el tiempo un momento vivido. Un juego de ilusiones donde estamos, pero no estamos, donde incluso el propio cuadro muestra su reverso, algo que nunca se vería al estar colgado, pero al que Velázquez quiere dotar de un protagonismo inusitado. Esto es Barroco. Lo que se ve y lo que no se ve. El gran teatro del mundo. Más actual que nunca.

Por eso es muy bienvenida esta iniciativa de tener un día dentro del año en el que se identifica y se vive lo que es la Cultura con mayúsculas. Una forma de ver y entendernos, de llegar al otro no sólo por la palabra sino también por la imagen y la música. Buscando lo que nos une y nos identifica. #OrgulloBarroco #NiUnDiaSinBarroco.

* Directora del Instituto Moll.