Aunque la relación de cercanía y exigencia entre madres e hijas es un tema que siempre ha recorrido la literatura de la escritora mexicana Guadalupe Nettel, ella misma admite que de no haber sido madre no se hubiera planteado escribir 'La hija única', su última novela. Pero tampoco 'El matrimonio de los peces rojos', donde diseccionó los temores que se plantean todas las madres ante el hijo por venir. ¿Sabré cuidarlo? ¿Estaré a la altura?, suelen preguntarse las novatas. 'La hija única' (Anagrama), que entrelaza varias historias de maternidad atípica va un paso más allá en la búsqueda de la anomalía -un tema que a la inquietante Nettel siempre le ha interesado-. Y ahí viene la siguiente pregunta, lo que toda mujer se pregunta durante la gestación: ¿Tendré un hijo sano?.

Explica la autora, vía telemática desde su domicilio de Ciudad de México, que antes de llegar a estas madres que no se ajustan a la maternidad color de rosa que se nos suele imponer, quiso contar la experiencia de una de sus mejores amigas. Una historia que impresiona. ¿Porque cómo se acepta la idea de que superados los ocho meses de embarazo la niña que va a venir al mundo no va a sobrevivir al parto, como anunciaron los médicos? Nettel le pidió permiso a su amiga para escribirlo como una manera de comprenderlo. Y ella, que es la generosidad misma, se mostró entusiasmada, una reacción que no esperaba porque es muy reservada.

La historia no siguió el plan previsto y contraviniendo todos los pronósticos, la niña sobrevivió y ha cumplido tres años. No habla y no oye, pero la suya es una lucha épica por comunicarse y lo consigue. Es muy bonita. Tiene esas capacidades especiales, la diversidad neurológica de la que habla Cristina Morales. Me gusta la belleza de los seres únicos que no se ajustan a los cánones. Luego ese relato se unió a otros: Madres que tienen la necesidad de crear pero no saben cuidar, maternidades ejercidas por padres, madres que cuidan pero que no han parido. Es algo que se puede ver también en la naturaleza, muchos animales se ajustan a estos modelos. La idea es que no existen la madres perfectas. Pero tampoco las totalmente imperfectas. Y también por supuesto están las que contemplan la decisión de no reproducirse. Veo que hay un estigma social ahí. Una mujer que no ha tenido hijos no arrastra ningún trauma.

Feminicidios orgánicos

Nettel, hija de un país que se cobra 11 asesinatos de mujeres al día y con una ley muy restrictiva respecto a los supuestos del aborto, escribió esta novela mientras las manifestaciones de las mujeres por sus derechos eran bloqueadas por el Gobierno. Hay demasiados hombres que creen que tienen el derecho sobre el cuerpo de una mujer a la que pueden encarcelar sencillamente por decidir sobre lo que es suyo. Esto me hizo escribir este libro con una rabia desbordada, hasta que algunos de mis primeros lectores me sugirieron que fuera más contenida.

Pero la escritora nunca toma el camino más fácil para abordar sus narraciones, quizá porque nació con un defecto congénito en la vista que ella suele utilizar como un símbolo de lo que supone mirar la realidad sin ideas preconcebidas: Me gusta practicar la extrañeza, mirar con ojos frescos. Es algo que hago en mi escritura pero también en la vida. Practicar otros ángulos, no dar nada por sentado.