El realizador David Victori dio la campanada en el Festival de Venecia de 2012 al ganar el concurso de cortometrajes cuyo premio era la financiación de su siguiente proyecto con el respaldo del director Ridley Scott y el actor Michael Fassbender. El resultado fue el corto Zero, que volvió a sorprender. Desde entonces ha escrito los guiones de Segon origen e Hijo de Caín, ha participado en series televisivas y ha rodado dos largometrajes, El pacto (2018) y No matarás, que acaba de llegar a nuestras pantallas tras su paso por Sitges.

Es su proyecto más arriesgado, personal y complejo de rodar, un vertiginoso thriller protagonizado por Mario Casas, la debutante Milena Smit y dos actores que han coincidido en Cuéntame cómo pasó: Elisabeth Larena y Fernando Valdivielso. El protagonista es Dani, un muchacho introvertido cuyo padre, al que cuidaba acaba de fallecer y que trabaja en una agencia de viajes. Su hermana pretende que salga de su caparazón y le insta a que se vaya durante unos días a Berlín. Poco después conoce en un bar a una misteriosa joven, Mila, con la que se verá involucrado en una espiral cada vez más peligrosa. Una película muy intensa, en la que el espectador vive, como el protagonista, una pesadilla ya que, técnicamente, utiliza recursos como la cámara en continuo movimiento, planos secuencia y una música machacona para mantener la tensión y el nerviosismo. David Victori nos explica el peculiar rodaje de esta película.

-En los límites de la realidad. Cuando la preparaba tenia clarísimo que quería que fuera muy experiencial, muy sensorial, que el espectador la viviera en primera persona a través del personaje de Mario. Una vez leyó el guion su idea era que fuéramos muy honestos con la verdad de la historia, lo que nos llevó a hacer un planteamiento diferente. A raíz de eso le pedí si me daba permiso para usar cualquier cosa que estuviera relacionada con su vida personal. Estaba superentregado y me dijo que sí. Lo que hemos vivido ha sido bastante peculiar.

-Una ranchera. Hay una escena en la que Dani vuelve a su casa tras el suceso. En la tercera toma, al entrar, empezó a sonar por sorpresa una ranchera. Nadie lo entendía. Mario se dio cuenta de que era una canción que no escuchaba desde hacía años y que era la que le cantaban sus padres cuando iban de viaje. La idea siempre era romper todas las ideas preconcebidas de cómo enfocar la escena para que se conectase con el presente. Hicimos mucho trabajo previo, su expresión corporal, su forma de hablar o de caminar y cuando se convertía en el personaje trataba de descolocarle.

-Una foto inesperada. En otro momento, Dani encuentra una foto de cuando era pequeño en una caja de ajedrez. La rodamos cuatro o cinco veces y a la sexta la cambiamos y pusimos otra con un texto escrito por su padre real con detalles personales de ellos. El plano de su reacción fue el que utilizamos en el montaje final.

-Del hotel al plató. El personaje de Mila sobre el guion era bastante díficil de encontrar. Una mujer que provoca fascinación, que te atrae y la temes al mismo tiempo. A Milena la encontramos por Instagram y no era actriz, trabajaba en un hotel de recepcionista.

-Una fiesta de cumpleaños sorpresa. Antes del rodaje hicimos una improvisación que duró cinco horas donde le vestimos de Dani y fingimos que era el cumpleaños del personaje. Lo llevamos a un restaurante, le hicimos una fiesta sorpresa y regalos pero no debía salirse del personaje.

-¿Mario o Dani? Cuando hacíamos la improvisación de la fiesta tuve que ir a buscar los regalos al coche. Cuando volví, Mario metido en el personaje de Dani me dijo, Hostia, tío! Qué fuerte! Me han pedido hacerse una foto conmigo porque han creído que soy un actor famoso. Lo decía desde una verdad abrumadora, estaba en una hermosa metamorfosis artística. Y no se lo dijo a los fans desde la ironía sino desde una entrega absoluta a lo que estaba haciendo. Cuando nos sentábamos a ver las pruebas de cámara se emocionaba al ver a Dani.

-Un masaje para empezar. Durante los ensayos hicimos mucho trabajo de construcción de los personajes de Dani y Mila. Quería generar un vínculo entre ellos pero, a la vez, que ellos dos nunca se conocieran fuera del set sin estar metidos en el personaje. Mario es famoso y ella sabía quién era y quería romper esa posible sensación de que cuando le pusiera a Mario delante le impresionara y no fuera capaz de ver al personaje sino la idea preconcebida de Mario. Tras cuatro horas de improvisación en la fiesta le llevamos a un spa y allí le entraron a hacer un masaje. Era Milena. Ella iba a estar una hora tocándolo, sabiendo que era de carne y hueso y él no la podía ver. La única condición era que no hablaran. Eso generó una experiencia de una hora entre ellos que la vivieron de formas muy diferentes. Se creó una inmersión tan fuerte que el personaje cobró vida y ganó terreno al actor. Salió como impactado. Decía que había acabado de ver a Mila, pero no había podido estar con ella. Era una especie de ensoñación. Compramos el perfume que había en la sala del spa y, en la primera toma en que se vieron las caras, ella le puso la mano en la nariz para que lo oliese y lo rememorase.

-Peleando con los dobles. Los actores ensayaron con dobles las coreografías de las peleas para que nunca se vieran antes de rodar. Además, Mario no sabía que ese día iba a rodarse esa escena tan violenta. Fernando Valdivielso (que interpreta al novio de la chica) estaba muy nervioso porque le preocupaba hacerle daño a Mario. Le puso en una situación desagradable, que no le gustaba, le asustaba. Pero Mario se entregaba mucho, era capaz de cualquier cosa por la película y le preocupaba cero que le pudiera empujar más de la cuenta. Afortunadamente, nadie se hizo daño. En un arrebato en la escena, Fernando cogió el móvil (el de Mario, no el de Dani) y lo estampó contra la pared pero Mario estaba muy implicado y lo que menos le importaba era el móvil.

-Un formato cambiante. El formato de la película va cambiando porque quería que fuera una experiencia en primera persona. Queríamos el formato ideal para que solo se viera su busto: hombros, cuello y cabeza. Usamos, sobre todo, el Fullframe, un poquito más ancho que el 4:3 y más estrecho que 16:9 para descartar la información sobrante de los laterales. Cuando Dani se va empoderando y se siente algo más valiente se ensancha el formato y cuando vuelve a tener miedo, se estrecha, le presiona. En el último plano se conecta a lo que siente y se abre a aceptar todo el caleidoscopio de formas que uno puede llegar a ser y lo vemos en pantalla completa.

-La importancia del ritmo en un plano secuencia. En el filme hay tres planos secuencia: el inicial, el final y el de la huida. Este último fue el más complejo, era toda una coreografía y había que sincronizar todos los elementos en los ensayos. El problema es que tienes que acertar el ritmo desde el principio, adelantarte a las necesidades de ritmo de la historia antes de que esté montado. Todo en la realidad pasa mucho más rápido y en la pantalla hay menos sensibilidad, se puede hacer largo. Tuvimos que calcularlo mucho para conseguir que no tuviera fisuras.

-Los colores de la película. A nivel fotográfico, la película va cambiando. Es como un choque de trenes. El espacio y la luz del inicio, en General Mitre es uno, en Poblenou cambia de color es más amarillo, es una ciudad desértica, impersonal y luego más viva, llena de coches.

-¿Dónde va la cámara? La cámara está en continuo movimiento, hay encuadres complejos, una música que te pone en tensión. Todo eso es para transmitir lo que está sintiendo Dani. Utilizamos todas las herramientas posibles: música, cámara, luz, para intentar llevar al espectador a estar con los cinco sentidos puestos en la pantalla. En el trabajo del cámara había dos condicionantes: la rodamos en una sola óptica, un 50, que es la que más se parece a la mirada del ser humano y los actores no podían sentirse coartados. En la escena en la que regresa a la tienda de tatuajes tras los sucesos el cámara me preguntó dónde se escondería, pero no lo sabíamos porque debía reaccionar en función de lo que iba pasando. Se puso donde creyó y la cámara le debía seguir. El operador me decía que lo que vivió en esta película era lo que quería hacer toda la vida. Se fusionaba con los actores, era un actor más.

-Sin final previsto. Hicimos un pacto con Mario de que iríamos rodando y así descubriríamos cuál sería el desenlace de la película. Se podía decantar hacia un lado u otro y era la conclusión de todo lo vivido. Yo tenía mis ideas y él, las suyas. Para esa jornada usé un audio con un tema muy personal para él que preparamos durante semanas y la única condición que le puse era que pasara lo que pasara, no llorase.