Moderna versión de Cenicienta, con mucha música. Fresca, amable, fácil de ver y, sobre todo, oír. Eso sí, podrían haberse molestado un poquito en titularla en español, por ejemplo Asistente personal; no creo que costara tanto después de haberla traducido para su doblaje. La película nos invita a reflexionar sobre si merece la pena dedicarse a lo que de verdad uno ama. Dakota Johnson (hija de Melanie Griffith y Don Johnson) es una joven que sabe mucho acerca de la música y además le interesa y la vive con pasión e inteligencia, se gana la vida como asistente personal de una gran diva que interpreta Tracee Ellis Ross (hija de Diana Ross), una superestrella de la canción que lo ha conseguido todo y que se encuentra anclada en su ego y pendiente de un futuro incierto. La protagonista vive para su jefa: cuadra horarios y agenda, prepara sus viajes, conduce el coche… y cualquier otra cosa que se le ocurra a la cantante, a cualquier hora. Sin embargo, tiene un sueño, una aspiración, no cumple sus expectativas seguir siendo la «chica para todo» perpetuamente. Sueña con ser productora, para realizar y modelar obras de músicos que de verdad toquen su corazón e instinto musical, como el artista que se encuentra en plena calle y que será su príncipe azul, interpretado por Kelvin Harrison Jr.

El guión está bien escrito por Flora Greeson, con experiencia como asistente en compañías musicales, parece haber plasmado algo de sus vivencias personales en el relato que ha filmado Nisha Ganatra con acierto, pues sabe enganchar desde el principio, sobre todo a espectadores que posean un mínimo de sensibilidad musical, ya que la cinta está plagada de excelentes referencias de la música popular. También está bien interpretada, incluso actores de reparto como Bill Pullman, en el papel de padre de la criatura, de vuelta de todo, exmúsico y actual locutor de radio independiente alejado del mundanal ruido del gran negocio musical, están a la altura de esta producción que, únicamente, falla con un desenlace un tanto previsible