El escritor Salvador Gutiérrez Solís acaba de publicar una nueva novela negra: «El lenguaje de las mareas» (Almuzara). Un nuevo caso para la inspectora Carmen Puerto. Este jueves ha firmado libros en la Librería Luque de Córdoba.

- El lenguaje de las mareas es un thriller pero también es un retrato social, habla de igualdad y de la adopción. ¿No le cabía nada más?

- Es lo bueno que tiene la novela negra, es un poco muñeca rusa. Puedes hacer una novela plana en la que cuentes un conflicto, una resolución y poco más, o puedes utilizar ese caso para hablar sobre otros temas y yo hablo de la desigualdad de género, de la avalancha de informaciones a las que estamos sometidos, de la adopción, de la corrupción política, del narcotráfico, de la soledad, del amor, de historias y leyendas de la zona de Ayamonte, que he recuperado, reinterpretando dentro de la historia la célebre María la Portuguesa de Carlos Cano. Además, recupero una historia que se merece por sí sola una novela: la de unas familias del levante andaluz que a finales del siglo XIX recorrieron toda la costa andaluza buscando sardinas y atún hasta que llegaron a Punta del Moral. Eso nos conecta con las migraciones de la actualidad porque migraron con los mismos motivos que lo hacen ahora: se morían de hambre y querían darle un futuro mejor a su familias.

¿El periodismo televisivo y de sucesos es el show del siglo XXI?

- Se puso los cimientos a finales del siglo XX. Todos recordamos aquellos programas sobre las niñas de Alcasser. Al ver el nuevo documental sobre ese tema dices: ¡cómo nos tragamos las vísceras sin aliñar! Hoy nos siguen gustando las vísceras, porque aunque criticamos este tipo de periodismo, los índices de audiencia constatan que tiene un gran público. También hablo de todos los periodismos posibles: la novela incluye artículos y opiniones, manifestaciones o noticias de periodistas supuestamente rigurosos. Es decir, trato de hacer un muestreo de cómo la prensa trata este tipo de casos desde la vertiente más chusquera a la vertiente profesional.

-¿Qué tienen de sociales las redes sociales?

Tienen de sociales lo que nosotros queramos que tengan de sociales. En la vida tú tienes la opción de ser un tipo avinagrado, enfadado, pendiente del defecto del otro o intentar llevarte bien con la gente. Las redes sociales son la traslación de nuestras personalidades. Hay gente que sale por la noche y le mola pelearse y otros solo quieren pasárselo bien, en las redes sociales ocurre igual.

- Vuelve a retomar a su protagonista, Carmen Puerto. Ella escucha la música que escucha el autor. ¿Qué quiere decirnos exactamente con esta distancia tan corta entre personaje y escritor?

- Normalmente escribo con música y ese hecho lo traslado a la novela. Ella realmente escucha lo que yo escucho, aunque es cierto que tiene un punto más guerrero, más heavy, porque tiene cinco o seis años más que yo y tuvo una juventud de Motörhead, AC/DC, Iron Maiden que yo no tuve.

- ¿Ayamonte es el far west de Salvador Gutiérrez Solís?

Mi 'far west' está entre Córdoba y Ayamonte, porque si echo la vista atrás tengo más novelas que transcurren en Córdoba que en Ayamonte, pero Ayamonte tiene una cosa que me ha determinado para escribir “El lenguaje de las mareas”: la geografía, la localización. Esas marismas que unen Isla Cristina con Ayamonte y la Punta del Moral son un auténtico laberinto donde todavía se pierde la gente y hay que ir a buscarlos porque son muy pocos los que conocen aquellos caños, esteros y meandros que dependen de las mareas y el caudal que tengan. Son casi un protagonista más dentro del libro.

- Escribió «El Escalador congelado», y desescala del confinamiento en la librería Luque, ¿cómo se siente?

- Super contento, porque con la librería Luque yo siempre he tenido una relación muy especial, porque la primera vez que vi una novela mía en un escaparate fue en esta librería cuando estaba en la calle Cruz Conde y esa imagen siempre voy a conservarla en mi memoria. Desde entonces siempre he tenido muy buena relación, siempre han cuidado que mis libros estuvieran bien colocados, los han recomendado y para mí es como volver a casa, a la familia.

-Está nueva novela tiene book trailer y perfil propio en Twitter que además toma el nombre de su anterior novela “Los amantes anónimos”, un libro que tuvo un recorrido muy corto por la crisis de la editorial que la publicó. Que ocurriera eso, ¿fue como si le hubieran robado una oportunidad?

-Puff, la verdad es que intento olvidarme, pero aquello lo viví como un auténtico shock. Me costó recuperarme y he estado casi cuatro años sin escribir absolutamente nada. Creé un personaje tan potente como Carmen Puerto, que sabes que te puede dar continuidad y ocupar varias novelas, y prácticamente cuando salió el libro y empezaba a llegar a las librerías la editorial quebró. Había tardado más de un año en escribirla. Los pocos ejemplares que mandé a la prensa, los envié yo, en un intento desesperado por darle difusión, pero si la novela no está en ningún sitio da igual que la publicites. Desgraciadamente, para el mundo editorial, esa es ya una novela publicada.

¿Si esta nueva película, perdón novela, quisiera ser una película, quién tendría que dirigirla?

- Si es una megaproducción internacional David Fincher, si es una producción nacional (que debe serlo) Alberto Rodríguez, por amistad y porque es el megadirector del cine español, pero tampoco me importaría Daniel de la Torre, el director de la fascinante serie 'La Unidad', que he visto hace poco en Movistar.

- Dijo usted que su generación pasó del puchero al sushi, ¿volveremos al puchero?

- Creo que está por saber qué vamos a pasar tras la marea y la resaca del covid asqueroso, pero tiene pinta de que vamos a pasar por el puchero y además un puchero cortito de carne, mucho tocino y mucha patata, a lo mejor nos tenemos que ajustar un poquito todos el cinturón.

- Pero el puchero está bueno

- Sí, por supuesto.