En el 2013, unos amigos animaron a Elísabet Benavent (Gandía, 1984) a autopublicar en Amazon su primer libro. Ella, que escribía como afición para escapar de todo lo que la agobiaba, lo hizo casi para que la dejaran en paz, sin pensar que siete años después habría vendido más de dos millones de ejemplares de sus novelas, que abordan las tribulaciones de lo que supone ser mujer en el siglo XXI. Ahora, su primera obra, 'En los zapatos de Valeria', convertida en un 'best-seller', ha sido adaptada a la televisión por Netflix, donde incluso hace un fugaz 'cameo'.

¿Lleva el pelo azul turquesa como signo de rebeldía?

A los 16 años quería ponerme mechas de colores y mi madre no me dejó. Así que a los 32 me teñí las puntas y he terminado así. Va a hacer tres años y medio que las llevo y no sé si algún día me las quitaré, porque ya es mi pelo.

En las redes se la conoce como Beta Coqueta. ¿Tan coqueta es?

Supercoqueta. Viene del apodo que me pusieron mis amigas. Siempre me preguntan qué pueden ponerse si tienen la piel seca, con qué deben combinar sus vestidos... Y a mí me encanta aconsejarlas.

La serie presenta algunas variaciones respecto a los libros.

Es una muy buena adaptación abierta que respeta al cien por cien el espíritu de los libros. Tal vez el personaje que más ha cambiado es el de Nerea, porque Teresa Riott la actriz que la interpreta la ha endulzado y puede hacerla más empática.

¿Colaboró en la elección de los actores?

Se encargó un equipo de 'casting', porque cada uno es consciente de sus limitaciones y yo del mundo audiovisual no conocía mucho, estoy aprendiendo sobre la marcha. Me los enseñaron cuando estaban prácticamente escogidos y no vi ninguno que no me encajara. El que más me chocó fue Ibrahim Al Shami, porque en la foto que me enseñaron llevaba el pelo largo, pero ya me dijeron que había cambiado de 'look' y estaba más como su personaje, Adrián.

¿Hay mucho de autobiografía en la saga 'Valeria', compuesta de cuatro libros?

Hay mucho de mí en esas dudas de Valeria, y hay mucho de mis amigas en las suyas. También me casé muy joven y soy una romántica empedernida. Así que hay pinceladas, pero tampoco diría que es el libro en el que he dejado más de mí.

¿Si escribiera hoy 'Valeria', la protagonista sería muy diferente? ¿Sería más feminista?

Por supuesto. Hace 10 años que la escribí y, con 25 años, tenía muchas cosas que aún no había puesto en duda porque nos vienen muy implantadas de manera educacional. Hoy me plantearía a una Valeria muchísimo más independiente. Ya lo era, pero ahora le quitaría muchos giros heteropatriarcales que me horrorizan. Pero tal vez también perdería la frescura.

La serie, que se puede ver a nivel internacional, puede lanzarla como autora en el extranjero.

Siempre tienes la ilusión de que se cree una relación que se retroalimente, que haya mucha gente que acuda a la serie porque ha leído el libro y otros que acudan al libro porque han visto la serie. Netflix me va a hacer visible en muchos sitios que yo no estaba y está la esperanza de que te abra mercados editoriales que han sido más difíciles de abordar, como el anglosajón, el alemán, y que se cumpla el sueño de salir en Japón y en Corea. Pero no se me olvida que mi trabajo sigue siendo escribir libros.

¿Le molesta que digan que sus libros son para mujeres?

Me molesta que lo digan de cualquier libro. No hay literatura para hombres y literatura para mujeres, porque eso significaría que hay libros que no puedo leer. La literatura es un conjunto de referencias universales que son iguales para todos. ¿O es que la novela negra solo es para hombres?

El sexo aparece en 'Valeria' de forma desenfadada, igual que en sus novelas. Hay escenas tórridas, pero también orgasmos fingidos.

Teníamos muy claro que las escenas de sexo fueran abordadas de la manera más natural posible, quitándole las cortinillas hollywoodiense, que las odio. No vamos a ser los grandes descubridores de nada, pero si podíamos aportar nuestro granito de arena tenía que ser positivo, no había que fomentar tabús ni añadir demasiada poesía a algo que es una cosa natural. Además, me hace muy feliz que esta adaptación ha puesto el foco en el placer femenino. No se plantea a la mujer como objeto de deseo, sino que es ella la que desea.

¿Por qué nunca pensó en publicar sus libros hasta que la animaron unos amigos?

Escribía para mí, era mi forma de escapar de todo lo que me agobiaba. Un día una amiga me comentó que no tenía qué leer y mi chico le dijo que yo escribía. Ni a ella, que era mi amiga, me había atrevido a contárselo. Le pasé mi libro y se pasó todo el verano diciéndome que tenía que publicarlo. Se pusieron tan pesados que lo hice para demostrarles que no iba a pasar nada. Y pasó.

Sin embargo, no dejó su trabajo en una multinacional hasta su séptimo libro.

Me costó tirarme a la piscina, aunque en realidad fueron un año y unos meses. Quería tener unos tres años cubiertos de mi vida por si las cosas iban mal, pero llegó un momento que la situación del trabajo era insostenible porque no les parecía muy bien mi línea editorial, y se hizo incompatible. Me alegro de no haberlo hecho antes porque, al menos, lo hice estando lo más segura posible. Y todavía así me pasé una semana llorando pensando que me había equivocado!