Una mañana de primavera en la que la lluvia no da tregua aparece el cadáver desnudo de una joven en el Parque Ecológico de Plaiaundi, muy cerca de Irún. El cuerpo presenta dos peculiaridades que pronostican la dificultad que va a suponer su identificación y, por lo tanto, la complejidad del caso: la mujer ha sido decapitada —y no hay rastro de su cabeza— y las yemas de sus dedos aparecen desdibujadas tras haber sido quemadas con un producto químico.

‘La estrella de quince puntas’ es la cuarta entrega de la serie del suboficial Jon Ander Macua y la agente Eider Chassereau de la Ertzaintza. Como en ocasiones anteriores, Noelia Lorenzo Pino construye una intriga policial sin fisuras, con un estilo directo, sencillo y sin filigranas. Domina los engranajes del suspense y dosifica los giros argumentales para conseguir que el lector se mantenga expectante hasta la última página. En esta ocasión arriesga con un mayor número de personajes y de historias entrelazadas, trasladándonos incluso al pasado y a las costas de California.

Uno de los elementos más atractivos para el lector foráneo es el retrato de aspectos como el paisaje, el clima o la forma de vida en Euskadi. Consigue transmitir cómo el sirimiri no se aplaca con paraguas ni capuchas; retrata el carácter reservado de sus gentes; delinea los perfiles de las rocas de las playas vizcaínas, la silueta de los caseríos, la tonalidad de la tierra mojada. Y mientras lo hace, proyecta sobre el texto una honda reflexión sobre lo que supone el sentimiento de pérdida, desde la de un ser querido a la del ‘statu quo’ de nuestra cotidianidad.