Creemos que uno de los mejores homenajes que se puede ofrecer a la memoria de un gran artista como Julio Romero, que inmortalizó en su pintura el alma de su tierra, es la plasmación evocadora, en la televisión municipal de su propia ciudad, de los diversos episodios de su propia vida, así como de las creaciones plásticas más distintivas que lo han inmortalizado en el recuerdo de las gentes.

De esta manera Miguel Ángel Entrenas y su hija Fátima llevaron a cabo, a través de diversas etapas cronológicas, el rodaje de tres cintas cinematográficas de diferente extensión, que, en una ordenada secuencia de la propia vida de nuestro pintor, se presentan en el siguiente orden y que nos ofrecen una acabada biografía fílmica de nuestro personaje, así como un expresivo retrato de la Córdoba de su tiempo, de sus ambientes y costumbres, folklore y tradiciones. Estos son sus títulos y sinopsis:

1. La niña de la Ribera

Se trata de un cortometraje, y a la vez un musical flamenco, que evoca las primeras experiencias de un adolescente Julio Romero que, llevado por su afición al cante y al baile, y buscando reflejar el genio popular de su tierra a través de su pintura, se aventura y se adentra en el alegre y, a la vez, dramático vivir de las gentes más populares de su ciudad, cuyas marginales existencias se mueven en torno al eje urbano-paisajístico del río Guadalquivir, auténtico protagonista de este film. Todo ello le llevará a descubrir tanto los valores del folklore, del cante y bailes flamencos, como de ciertos efectos de la pasión amorosa, que, a veces, como dejó plasmado en tantos de sus cuadros, puede teñirse de tintes trágicos.

El joven protagonista de esta primera entrega es el actor Manuel Gallardo.

2. Valle Inclán y Julio Romero

Tal es el título de esta segunda película inspirada en la vida de Julio Romero de Torres y en su amistad con Ramón María del Valle Inclán, así como en otros lances y episodios de su tumultuosa mocedad, apasionada por el mundo del flamenco y el baile, con una particular atención a la realización de las pinturas de la bóveda y altares laterales de la iglesia de la Asunción de Porcuna, obra de juventud bastante desconocida por los admiradores del artista cordobés.

Se trata de un film sin ánimo de lucro, como todos los suyos, del director Miguel Ángel Entrenas. El protagonista lo encarna el gran actor cordobés Ricardo Luna, que ya había dado voz, rostro y figura a otro egregio paisano nuestro, con consistente verismo y fiel ambientación histórica: el Inca Garcilaso de la Vega, film codirigido por la joven y brillante Fátima Entrenas, desplazada al Cuzco y a los Andes para su rodaje en sus paisajes naturales, y estrenado con gran éxito en distintos centros culturales de América del Norte y del Sur, así como en los Institutos Cervantes de Burdeos, Pekín y Shanghái, con subtítulos en mandarín, entre otras instituciones académicas.

El presente film Valle Inclán y Julio Romero, un pintor para una ciudad nos presenta la figura del artista en dos estadios diferentes de su vida: su apasionada juventud y su exitosa madurez, tras los grandes triunfos, conseguidos en los certámenes nacionales y en su gran exposición en Buenos Aires.

No obstante, un halo de trágica fatalidad parece perseguir a ciertas figuras próximas al entorno del pintor, que, subconscientemente se siente, a veces, como involuntario desencadenante de ciertas situaciones trágicas, que el maestro llevará a su pintura en una especie de liberación purificadora de tales fantasmas a través del arte.

Valle-Inclán —gran admirador de Romero de Torres, como plasmador en su pintura popular y aristocrática, mística y sensual, del espíritu del modernismo simbolista que el escritor galaico había llevado a su literatura—, es convincentemente interpretado por el también actor cordobés Bartolomé García, que ya diera voz y figura a Quevedo en el film Góngora, brillante oscuridad, mientras que Gonzalo Cortés lleva a la pantalla al apasionado y bohemio Julio Romero joven. Las bellas actrices Irene Cano y Carmen Fernández, feliz encarnación de la belleza femenina que tanto obsesionó a Julio Romero, representan, con seductora eficacia y expresión, a dos famosas modelos del pintor; la primera, a ‘Carasucia’, la perturbadora modelo de La musa gitana, y la segunda a ‘La Cartulina’, a la que su novio —el actor Jesús Jaén en la cinta— da muerte, por celos, de un navajazo; historia real que tanto impresionó al maestro y que llevó dramáticamente a su gran cuadro Cante hondo.

La pasión, los celos, la belleza y la muerte, con el trasfondo de la liturgia de la religiosidad popular andaluza y el arte visceral del cante y baile flamencos, son plasmados en este film con castiza plasticidad y tensión dramática.

Y de nuevo, como en todas sus anteriores producciones, Miguel Ángel Entrenas hace tanto del paisaje urbano y monumental de Córdoba como de sus grandes personalidades literarias o filosóficas (Góngora, Averroes, Maimónides…), el escenario natural incomparable y la histórica temática de su peculiar cinematografía, siempre con una intención educativa y didáctica, al margen de modas audiovisuales e insubstanciales productos de consumo.

3. La Chiquita Piconera

Este cortometraje (que fue el primero en ser filmado de esta trilogía, seguido de La Niña de la Ribera y de Julio Romero y Valle Inclán), tiene la extraordinaria característica de haber sido rodado siguiendo las confesiones y confidencias que la propia María Teresa López manifestó al director Miguel Ángel Entrenas a lo largo de varias conmovedoras entrevistas que mantuvo con ella poco años antes de su muerte. Se trata de un documento histórico de

indiscutible veracidad y valor histórico, que se acerca con objetividad y delicadeza a la infortunada existencia de esta bella muchacha, convertida hoy

en símbolo de la mujer cordobesa, y por extensión, andaluza, y que la ha hecho pasar definitivamente a la historia del arte. Un documento cinematográfico que, a la vez, es una bella y doliente denuncia de la situación de la mujer en las primeras décadas del pasado siglo.

La Chiquita Piconera es interpretada por una jovencísima e inocente Nieves Mª Castro Ocaña, alumna del Instituto El Tablero de Córdoba, de trece años en el momento del rodaje, y de sorprendente parecido con la bella modelo cordobesa, como podrán apreciar los espectadores del film.

Julio Romero es de nuevo interpretado por el actor Ricardo Luna, que de nuevo nos ofrece una fidelísima imagen del Julio Romero de la madurez, ya enfermo, y poco antes de su muerte, cuando en esta hermosa pintura nos brindó a todos los cordobeses este definitivo legado artístico, testimonio indeleble de su amor a su ciudad y a la belleza.