El escritor Chesús Yuste vuelve a reunir al «club de los miércoles», las fuerzas vivas de Ballydungael, un pueblo imaginario de la Irlanda rural, para resolver un crimen cometido 70 años antes, en plena Guerra Civil, y cuyo hilo central es la «delgada línea» que separa al traidor del héroe y viceversa.

La memoria de la turba es una novela negra en la que, como explica Yuste, «quizá lo menos interesante es el crimen, sino los perfiles de los personajes, el escenario en que se produce y cómo resuelven el caso», con métodos de antes, sin CSI ni hackers; en el que hay que aplicar la pericia del investigador y que sirve además como «ejercicio para recordar cómo era el mundo de hace no demasiado tiempo», en este caso 1993.

El título, explica, es un «homenaje a la cultura oral irlandesa, a los cuentacuentos que han mantenido viva la transmisión de la sociedad irlandesa desde tiempo inmemorial y, como en este caso, para resolver un crimen de hace 70 años echan mano de todos los elementos que faciliten información sobre el pasado. La turba es el carbón vegetal con el que se calentaban las casas tradicionalmente y en torno al cual se contaban historias».

Y ¿por qué le gusta repasar el conflicto norirlandés? «Es un acontecimiento -responde- con el que acabó el siglo XX en el que se puso de manifiesto cómo conflictos de siglos se pueden resolver a través del diálogo, la cooperación. Elegí Irlanda como parte de mi narrativa porque es una sociedad que sabe combinar lo trágico y lo ético con un modo de entender la vida muy mediterráneo, con un sentido del humor muy peculiar y socarrón, parecido al nuestro. El estilo de mis relatos combina un cierto costumbrismo y crítica social».

«La verdad oficial se ha construido a partir de mentiras, muchos héroes se han creado a partir de esas verdades oficiales y una guerra civil es un escenario ideal para el crimen perfecto, para matar al vecino que te cae mal», apunta el autor.