Antonio Titos Moreno es, para muchas generaciones de cordobeses y andaluces, «el profesor Titos», doctor en Economía Agraria y docente durante décadas en la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Córdoba, además de reputado investigador y autor de numerosos estudios económicos sobre Andalucía. Pero, tras su jubilación, ha emprendido el camino de la creación literaria, y va a presentar su primera publicación no científica. Se trata del libro de relatos Historias contadas en minutos (un viaje a la geografía de mi memoria), publicado por La Tribu Edita. El acto tendrá lugar mañana jueves, a las 18.30, en el salón de actos de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía (C/ Capitulares, 2).

--Son relatos cortos. ¿Por qué?

--Sí, tres, cuatro folios. Porque he leído muchos relatos de muchos autores y me fascinan los relatos cortos, en los que se concentra mucho de la buena literatura. No es que domine el género, me queda mucho por recorrer, pero aspiro a escribir bien. Yo he escrito mucho, pero eran todo temas profesionales, temas técnicos, en los que contaba más lo que se dice que cómo se dice, había que hacerse entender lo mejor posible. Ahora quiero darle rienda suelta a mi imaginación y espero hacerlo bien. Contar lo que tengo que contar con pocas palabras y hacerlo lo mejor posible.

--Tal como plantea el título parece que son cosas reales, vivencias suyas o de otros...

--Son 27 relatos. La mitad aproximadamente son vivencias personales, pero desfiguradas por la creación literaria, porque entre otras cosas tampoco quería yo dar pistas para que nadie se vea reconocido. Los lugares, las personas, la trama e incluso el desenlace pueden ser otras de lo que ocurrió en la realidad, pero el germen son vivencias personales. Otra parte son cosas que me contaron y la otra cosas que observo, por la calle, o que escucho.

-¿Es usted benévolo o cruel?

--Dicen que soy algo irónico. Ni benévolo ni cruel. Y lo digo en la introducción, trato de contar las cosas no como las recuerdo, porque intento enmascararlas, pero de juzgar nada, ni a nadie ni a situaciones. Escribo para que la gente que lo lea se entretenga. No tengo ánimo de moralizar ni de juzgar. A veces soy más cáustico, a veces el final es feliz, o no tanto... Son cosas de la vida, sacadas de la memoria. Cada cual que saque sus conclusiones. Bastantes lecciones he dado ya en mi vida.

--Después de tantos años como profesor de Economía Agraria: ¿Ha colgado los números y se has pasado a las letras?

--No es que me haya olvidado de la economía, y además me interesa, como es obvio, pero le doy prioridad a otras cosas como la literatura, el cine... Era una asignatura pendiente. He trabajado mucho y no tenía tiempo suficiente para dedicarle a eso que me encantaba. Yo soy un hombre de ciencias, ingeniero y economista, pero siempre me ha gustado la cultura y no he podido cultivarla como yo he querido. Te hago una confidencia: cuando me jubilé me dediqué más a mis nietos (tengo siete). Lo primero que hice fue escribirles adivinanzas y cuentos, y a partir de ahí me picó el gusanillo de la escritura. Siempre he escrito, por profesión, pero nunca por gusto hasta ahora.

-Necesitabas hacer aflorar algo?

Me imagino, pues a todos estos relatos que he escrito estaba dándole vueltas en mi cabeza, se me venían a la mente, supongo que tendría necesidad de sacarlos a la luz. Empecé a escribirlos por sacarlos a flote, pero cuando se los di a leer a mi mujer, a mis hijos, me dijeron que podían ser interesantes para otras personas, que podrían verse reflejadas.

-¿De qué está más contento?

-Tengo muchos escritos y estoy orgulloso de ellos, pero como lo otro era una necesidad de mi carrera universitaria no es igual. Escribir literatura es distinto. Estoy muy contento porque aunque me quede mucho por aprender todavía, creo que es un escrito digno el que se presenta.

-O sea, esto es un comienzo.

-Supongo que sí, porque sigo escribiendo. Otra cosa es que luego las editoriales digan sí o no.