Álvaro de la Fuente: "Mi libro contradice algunas leyendas en torno al zángano"

Álvaro de la Fuente Espejo es profesor de Educación Musical y Director del CEIP José María Pemán de Puente Genil. Director de la Escuela Infantil de Saetas Cuarteleras y colaborador y conferenciante de temas flamencos, acaba de publicar su primer libro, Flamencum Revolutum, que incluye una importante aportación al estudio del zángano, un estilo de fandango abandolao.

-Su primer libro tiene dos partes diferenciadas, con una aportación inédita, el estudio respecto al zángano.

-Se trata del primer trabajo que se hace, de manera minuciosa y rigurosa, sobre el zángano de Puente Genil, que ocupa más de la mitad del libro. Tras tres años de investigación, analizando comparativamente cerca de sesenta formas flamencas, he llegado a varias conclusiones que contradicen algunas de las manidas leyendas en torno a este cante. La más importante, que el zángano flamenco no procede del denominado zángano folclórico o tradicional. En los análisis musicales utilizo un lenguaje sencillo y accesible para el aficionado. Asimismo, cada cante aparece con su código QR para poderse escuchar.

-El Agorero de lo Jondo, las ilustraciones... Dos guiños muy originales.

-El Agorero de lo Jondo es un personaje absolutamente ficticio. Es un recurso que utilizo para hacer más atractivo el contenido del libro. Simboliza esa corriente de sentir y pensar el flamenco inmovilista, conservadora y, en cierto sentido, pesimista. Una corriente, por otro lado, necesaria en todo arte o disciplina para que no se corra demasiado. Este personaje interviene, con las ilustraciones correspondientes, al comienzo de cada capítulo con un divertido diálogo conmigo para introducir, de una manera divertida, las temáticas tratadas.

-También recopila artículos suyos algunos de gran trascendencia flamenca.

-Sí, la primera mitad del libro, que la conforman cuatro capítulos, consiste en una muestra variopinta de artículos que he ido publicando en los últimos trece años en diferentes lugares, sobre mis experiencias en el complejo mundo del flamenco.

-Puente Genil es tierra flamenca y de eruditos como Fosforito, Julián Estrada, David Pino. ¿Escasea la bibliografía flamenca?

-Sí, y es algo que siempre me ha sorprendido. Después de nuestros recordados Ricardo Molina y Luis Melgar, hemos vivido una gran pasividad en materia de literatura flamenca propia, que hace tres años el investigador Miguel Ángel Jiménez, con su biografía sobre el Niño del Genil, consiguió romper. Le siguió el profesor Juan Ortega Chacón con la enciclopedia del flamenco de Puente Genil. Y, ahora, un servidor ofrece a La Puente un, creo, muy decente trabajo de investigación sobre el zángano.

-Es el director e impulsor de la Escuela de Saetas. ¿Por qué su existencia? ¿A quien va dirigida y cómo organiza sus clases?

-Es una escuela dirigida a niños y niñas con una edad comprendida entre los 7 y los 14 años, con el objetivo acercar, desde el punto de vista de la interpretación, la saeta cuartelera a nuestra población infantil.

-Es profesor y estudioso del flamenco. ¿Para cuándo reglar esta disciplina en las aulas andaluzas?

-Desgraciadamente soy muy pesimista con este tema. No veo un interés real para que el flamenco se trate como una cultura musical más en nuestros colegios. No se trata de formar cantaores, sino de que nuestros niños y niñas conozcan la mejor cultura musical parida por nuestro país. Terminan el instituto y ya saben quién fue Mozart o Beethoven, ¿por qué no, también, Fosforito o La Niña de los Peines?