‘El Guardaespaldas. El musical’

DIRECCIÓN: Alexander Dinelaris

LUGAR: Gran Teatro

Lleno el teatro y todo el papel vendido para ver esta versión musical de El Guardaespaldas. Nada que explicar acerca de la trama de esta historia que llevaron a la pantalla Whitney Houston y Kevin Costner. Sobre este espectáculo de teatro musical, en particular, yo diría que da una de cal y otra de arena. Me queda la duda -por las imágenes del estreno en Madrid- de si ha viajado toda la parafernalia escénica. A pesar de ello, está muy bien lograda y crea un clima emocionante a base de luz y sonido, en una escenografía simple y elegante. No hace falta mucho más para arropar la puesta en escena que, en base a unas muy acertadas proyecciones digitales de luz y al trabajo de los tramoyistas, recrea todos los espacios en que se desarrolla la historia: la mansión de Rachel, el karaoke, el club donde canta la hermana, la cabaña en la montaña… Cambios escénicos ajustados en el tiempo, entrando y sacando distintos mobiliarios que hacen que la historia avance rápido. Todo ello da al espectáculo una calidad visual y musical utilizando los elementos justos.

El resto no deja de ser un ameno y vistoso concierto, tipo años 90, de las canciones de la diva que fue (falleció en el 2012) la gran Whitney Houston. Acertado el desafío musical entre las dos actrices-cantantes que interpretan a Rachel Marron y a Nicki, su hermana. Frank (el guardaespaldas) hace un guiño que no está en la película cuando agarra el micrófono en el karaoke y entona (con cierta comicidad) el tema con que se cierra el espectáculo. Por lo demás, parece que falten coreografías que enlacen los momentos de este texto más que pobre, con argumento y diálogos sin chispa -si exceptuamos los que Frank mantiene con Fletcher, el hijo de Rachel, del que ignoramos su nombre-, para centrar la acción en las canciones.

Despojados de la complejidad teatral inherente en cada uno de los roles, son meros arquetipos; él incorpora un papel masculino enteramente al servicio del lucimiento de la protagonista principal, y ello propicia que la química sea escasa o nula entre los protagonistas, y entre estos y el resto por la falta de interpretación de todos ellos, que no dan con el perfil de los personajes.

Un espectáculo que hace disfrutar al público con las canciones de esta banda sonora, la más vendida de la historia de la música hasta la fecha, con un fondo musical soberbio, una escenografía muy cuidada al servicio de la magnífica puesta en escena, pero que carece de clímax.