Obra: La casa de Bernarda Alba

Autor: Federico García Lorca

Producción: Atalaya, TNT-El Vacie

Intérpretes: Rocío Montero Maya, Carina Ramírez Montero, Sandra Ramírez Montero, Antonia Gómez, Loli del Campo Díaz, Ana Jiménez García, Sonia Joana da Silva y Pilar Montero Suárez

Dirección: Pepa Gamboa

Lugar: Teatro Góngora, 17/01/2020

Después de asistir a esta representación de La casa de Bernarda Alba, el espectador se ve asaltado por la duda de si esta función es la misma que escribiera García Lorca. Desde luego no es una representación al uso: las actrices, de etnia gitana, no son profesionales; vienen de El Vacie, poblado marginal de Sevilla, y prácticamente todas son analfabetas por lo que el texto se lo han tenido que “meter en la cabeza”. Lo que sí son, tanto ellas como la directora, Pepa Gamboa, es valientes para enfrentarse a un texto de tal envergadura.

El espacio físico en el que se mueven está muy bien logrado; todo está a la vista del espectador: la escalinata que constriñe toda la “casa” de Bernarda y muestra lo más privado de cada una de las que allí viven, incluso la habitación en la que está recluida la abuela. Todo muy bien arropado por una iluminación que matiza cada una de las sensaciones y situaciones, así como el fondo musical aflamencado que, ignorante, no puedo ubicar como caló, romaní o, genéricamente, gitano.

En lo que respecta a la puesta en escena, narra la historia de Bernarda y sus hijas desde otra óptica que la que podríamos denominar academicista; se trata de revivir el drama lorquiano desde otro punto de vista y lo hace desde una forma adaptada, recreando la obra con desparpajo e imaginación. Por ello, aquí este drama cambia de cara, se hace más humano y accesible a través de otra lectura claramente desinhibida.

Muestra la miseria física y social desde la perspectiva, a veces incómoda, de la realidad de estas gitanas que se meten en la piel de esas hijas y madre lorquianas, a través de una mirada crítica para luchar contra la exclusión social. No se trata de representar de nuevo la Bernarda clásica, sino destapar al Lorca invisible con su puntito de ironía y sonrisa solapada, que Gamboa introduce en la función en base a una realidad: «la obra no parece una tragedia… porque su vida es así».

Desde luego, el texto de Lorca está aquí adaptado y fraccionado por lo que quien vaya con prejuicios de cualquier índole no podrá entender el espectáculo.