La «magia del cine» y un director japonés, Hirokazu Kore-eda, han hecho coincidir por primera vez en sus dilatadas carreras a Catherine Deneuve y Juliette Binoche, dos iconos del cine francés, en La verité, la cinta que abrió ayer la competición oficial de la 76 Mostra de Venecia. Aunque la polémica por la presencia de Roman Polanski en la sección oficial arreció en la jornada de inauguración al anunciar la presidenta del jurado, Lucrecia Martel, que no asistirá a la gala en la que se proyectará el último trabajo del cineasta, condenado por violación.

La primera producción europea -rodada en Francia- del ganador de la última Palma de Oro de Cannes enfrenta a las dos actrices en un drama madre-hija, ligero y con toques de comedia, que juega con las contradicciones entre realidad y ficción. «Este encuentro ha tomado dimensión porque ha habido una película para ello, el cine es magia porque hace que nos encontremos», dijo Binoche en la rueda de prensa previa a la gala inaugural, mientras que Deneuve aseguró que ha sido «una gran sorpresa tras una gran espera».

La proyección para los periodistas fue acogida con tibieza, pero la expectación en la sala de prensa, abarrotada, era máxima y el equipo fue recibido con entusiastas aplausos. En el filme, Deneuve interpreta a Fabienne, una vieja gloria del cine, entregada a su profesión, que se aferra a la fantasía y se resiste a confrontar la realidad, incluida la complicada relación con su hija Lumir (Binoche), que vive en Nueva York y decide ir a visitarla unos días junto a su marido (Ethan Hawke) y su hija.

La protagonista de Belle de jour aseguró que el personaje no tiene nada que ver con ella. Binoche, por el contrario, que en la ficción es guionista de profesión, confesó ser, como Fabienne, muy obsesiva cuando actúa. «Pero también cuando cocino me entrego, creo que tener un medio a través del cual expresarse es un privilegio», dijo. El origen de La verité, según relató Kore-eda, fue un guion que escribió en el 2003. Años después, en el 2011, conoció a Binoche y al transmitirle ésta su deseo de trabajar con él, lo retomó y cambió su ubicación. «Pensé que sería interesante rodar en Francia y necesitaba a actrices que representaran la historia de la industria francesa del cine», explicó el director de Un asunto de familia, que el año pasado recibió uno de los Premio Donostia del Festival de San Sebastián. Las actrices hicieron sus aportaciones al guion, según relataron, en una relación complicada porque Kore-eda no habla francés ni inglés.