Unos 200 fotógrafos -según el recuento que está llevando a cabo el director del Museu Picasso, Emmanuel Guigon, para un libro que algún día verá la luz- tuvieron el privilegio o la suerte de fotografiar al universal pintor malagueño en sus talleres, bien trabajando o bien posando junto a alguna de sus obras. Gran parte de la iconografía picassiana está ligada a las imágenes que inmortalizaron esos fotógrafos, algunos muy conocidos como David Douglas Duncan, Man Ray, Brassaï y Arnold Newman, y otros cuyos nombres el tiempo ha transportado a nuestros días como una nota a pie de página. De modo que se puede llegar a Picasso a través de la pintura, pero también a través del ojo de quienes lo fotografiaron en sus factorías. No es otro el espíritu que sustenta ‘Bajo la mirada del fotógrafo. Picasso en sus talleres’, una de las exposiciones destacadas del año que comienza en el museo barcelonés.

Hay una geografía de Picasso ligada a sus talleres, y hay talleres con más renombre que los demás porque entre sus paredes fue urdida alguna obra de celebridad imperecedera. París se puede recorrer siguiendo el camino de migas que dejó el artista: el Bateau Lavoir en Montmartre -el primero- y los talleres que fue ocupando sucesivamente en el bulevar de Clichy, el bulevar Raspail, la calle de Schoelcher, la calle de Victor Hugo y la calle de La Boétie. En 1937 se instaló en el estudio de la Rue des Grands-Agustins, nombre que se escribe con mayúsculas en el universo de los talleres de Picasso porque fue allí donde pintó el ‘Guernica’. Su mujer en aquel entonces, Dora Maar, lo fotografió mientras daba vida al inmenso cuadro; es probable que las imágenes que brotaron de esa sociedad sean las que le vienen a la cabeza a más de un desentendido cuando le hablan de fotos, de Picasso y de sus talleres.

ERA FOTOGÉNICO

Pero esa triada tiene una profusa lista de fotógrafos y fotografías detrás. Al fin y al cabo, entre todos sus atributos, Picasso tenía uno que no ha lastrado precisamente su celebridad: era fotogénico. De hecho, el escalón siguiente también lo pisó: le gustaba posar. "La exposición mostrará todos los talleres de Picasso a través de las fotografías -explica Guigon-. Se trata de una propuesta de viaje a la vez temático y cronológico. Hay muchas fotos inéditas, por ejemplo las que le sacaron en su estudio de Horta de Sant Joan. También hay fotos inéditas del viaje que hizo Leopoldo Pomés a La Californie a visitarlo. Por supuesto, habrá fotos del taller donde pintó el Guernica. Mi opinión es que va a ser bastante espectacular". Si el pastel necesita guinda, la tendrá en las obras del propio Picasso relacionadas con la fotografía. "Porque también se trata de enseñar la práctica de la fotografía por su parte. Los collages, por ejemplo. En total serán 200 fotografías y unas 60 obras del artista entre pinturas, dibujos y esculturas".

La muestra, que tendrá lugar a partir del 7 de junio en el museo de la calle de Montcada, expresa entre otras cosas la voluntad de la institución de enseñar al público otras facetas del artista, o bien otras maneras de llegar a su obra. El propio Guigon es uno de los comisarios de ‘Picasso poeta’, sobre la relación de Picasso con la poesía -hay un antecedente, ya lejano, ‘Picasso poète, le crayon qui parle’, en 1990 en el Picasso de París- y de ‘Éluard y Picasso’, sobre los vínculos entre el artista y el poeta francés. "Es un proyecto que tengo de hace tiempo. Éluard es el poeta que más poemarios ha escrito sobre pintura, sobre todo de Picasso. Se influyeron mucho mutuamente. La única vez que se vio a Picasso llorando o casi llorando en público fue en el entierro de Éluard". Ambas se abrirán al público a principios de noviembre.

Al funeral de Éluard en París asistió con su cámara Henri Cartier-Bresson. Las fotos más conocidas del tristísimo Picasso despidiendo a su amigo son suyas.