El novelista Eduardo Mendoza ha señalado hoy que el humor "no tiene donde meterse ahora" mismo en Cataluña, donde "las cosas son serias, aunque todavía no ha pasado nada irreparable".

En conferencia de prensa en Córdoba, antes de participar en la 15ª edición del festival Cosmopoética, Mendoza (Barcelona, 1943) ha dicho que lo que está ocurriendo en Cataluña no le resulta "atractivo" como para novelarlo, aunque da para "una reflexión, para periodismo o para una crónica".

También para un ensayo, como el que el Premio Cervantes en 2016 publicó hace apenas un año, "Qué está pasando en Cataluña" (Seix Barral), aunque, ha insistido, "no para una recreación literaria, porque tiene que pasar tiempo y hay que poner una distancia física y temporal para ver los acontecimientos y ponerlos un poco en orden".

Lo que cree que no tiene cabida en estos momentos en Cataluña es el humor, una de las señas literarias de este autor, que ha ambientado en Barcelona gran parte de sus novelas, con las que ha retratado una buena parte de su historia y la de sus habitantes.

"No es que falte humor, es que no tiene donde meterse ahora. Las cosas son serias, aunque todavía no ha pasado nada irreparable", ha reflexionado Mendoza, que ha añadido que lo que sí ha habido es "una ruptura dentro de la sociedad, de las familias y entre las personas", y que "eso es un precio muy alto a pagar porque tiene muy mal remiendo".

En cualquier caso, ha añadido que no cree que el humor "pueda explicar el mundo" ni explicárselo a él mismo, aunque le sirve para explicar su "desconcierto".

Política al margen, el novelista ha mostrado su sorpresa por verse dentro de un festival poético como Cosmopoética, si bien ha reconocido que dijo que sí de inmediato, pues "la poesía ha marcado" su vida, a pesar de que "nunca en su vida" ha escrito un verso, lo que muestra "el respeto" que le tiene al género.

A su juicio, los novelistas y los poetas son "parientes próximos" que trabajan lo mismo "por caminos paralelos", y eso que trabajan es lo más importante, que es "la palabra".

"Tengo la sensación de que lo importante es la palabra, y es más importante que lo que uno quiere contar", ha cavilado Mendoza, que ha señalado que le molesta cuando ve "la palabra puesta al servicio de causas retorcidas".

No obstante, ha distanciado literatura de la imagen que se tiene de ella, pues considera que escribir novelas "es una profesión de vagos", en la que lo principal es "escribir mal", para luego escribir mejor, puesto que el perfeccionismo no tiene cabida.

"Las chapuzas tienen arreglo pero el perfeccionismo no. No hay que ser perfeccionista, pero sí obsesivo", ha concretado el novelista, que ha confesado: "Si me quitaran la literatura, no sé si me volvería loco".