Pocas imágenes en la historia de la fotografía han causado tanto impacto y tanta polémica como la instantánea conocida como Muerte de un miliciano. Una foto que fue realizada por el mítico reportero Robert Capa en la provincia de Córdoba, en torno al día 5 de septiembre de 1936, y que más allá de cualquier opinión es un símbolo de la Guerra Civil española en todo el mundo. La potencia de la imagen es tal que ya en su tiempo la prensa catalogó a su autor como el mejor fotógrafo de guerra. Aunque Capa siempre rehuyó hablar de esta imagen, 80 años después, la historia en torno al fotógrafo y la foto es un auténtico culebrón que sigue siendo explotado en novelas, documentales, exposiciones o biografías en busca de la verdad detrás de la foto.

Lo que sabemos con certeza es que en los primeros días de septiembre de 1936 dos jóvenes reporteros freelance, Robert Capa y Gerda Taro, por entonces pareja sentimental, se encontraban en la provincia de Córdoba trabajando para medios franceses. El día 5 coinciden con sus colegas Hans Namuth y Georges Reisner en Cerro Muriano, donde fotografían la huida de civiles tras el bombardeo de la localidad. Un dato que durante casi 70 años se utilizó para ubicar la icónica fotografía en la barriada cordobesa, llegando a identificarse al miliciano en falso en la persona del combatiente alcoyano Federico Borrel. Prueba que durante un tiempo ahuyentó las dudas sobre la autenticidad de la instantánea.

Sin embargo, la relación de los dos fotógrafos con Córdoba se extiende a 1937, cuando Capa y Taro vuelven a las localidades del valle del Guadiato de La Granjuela, Valsequillo y Los Blázquez. En este viaje Robert trabaja con una cámara de cine y Gerda se encarga de las fotos. Un trabajo en el que se puede apreciar su indudable evolución como fotógrafa. Por desgracia, unas semanas después, Taro murió en el frente de Brunete, dejando esbozada una prometedora carrera. La tragedia diluyó el trabajo de la alemana y sólo recientemente se ha recuperado su figura, no como la compañera de Capa, sino como una auténtica pionera del fotoperiodismo mundial.

A pesar del dolor, Capa siguió viajando a España durante la guerra, aunque ya no volvería más a Córdoba. Su enorme trabajo en nuestro país siempre se vio eclipsado por la foto del miliciano. Un reportaje que los grandes historiadores de la fotografía Gisele Freund o Beaumont Newhall califican como la génesis del fotoperiodismo moderno. Robert utiliza en España las pequeñas cámaras Leica de 35 mm. Unos equipos realmente portátiles y discretos que le permiten llevar a la práctica su máxima: “si tus fotos no son lo suficientemente buenas es que no estabas lo suficientemente cerca”. Pero una cámara no hace a un fotógrafo, es su mirada junto a su empatía con las personas la que le permite captar toda la acción y la tragedia de la guerra como ningún otro fotógrafo lo había hecho antes. Ese es el gran valor de la obra de Robert Capa.

UN HALLAZGO INESPERADO

No obstante, la polémica del miliciano da un giro inesperado en el 2008, cuando aparecen los negativos perdidos de Capa, Taro y Chim en la conocida como maleta mexicana. Entre estos rollos, aunque no aparece el negativo del miliciano, sí se encuentran otros del reportaje. Tras ser investigados por varios expertos, estos consiguen, no sin una nueva polémica por su autoría, descubrir que la fotografía del miliciano se realizó en la localidad cordobesa de Espejo. Un hallazgo con el que se confirma casi totalmente que la fotografía fue un montaje, ya que cuando se tomó la foto no había combates en esa localidad. La noticia apareció en las portadas de todo el mundo y con ella un durísimo juicio a la ética del reportero que tantas veces se jugó la vida en los campos de batalla. Un veredicto propio de la sociedad de nuestro tiempo para una acción que, por desgracia, era habitual a mediados del siglo XX. No hay nada más que recordar casos similares como el de Joe Rosenthal y su foto de la toma de Iwo Jima o la instantánea de Yevgueni Jaldéi de los soldados soviéticos en el ayuntamiento de Berlín. De cualquier modo, solo el fotógrafo sabe lo que pasó aquel día en Espejo.

Pero en Córdoba toda esta difusión nunca ha sido aprovechada y el legado visual de los fotógrafos olvidado, solo hay que recordar que la obra de Capa y Taro nunca ha sido expuesta en nuestra provincia. El 75 aniversario de la fotografía no interesó institucionalmente y solo en estos últimos años el ayuntamiento de Espejo ha intentado aprovechar el tirón de los fotógrafos con unas jornadas irregulares y muy modestas. Hoy por fin podemos afirmar que Capa y Taro vuelven a Córdoba con la exposición que prepara el Ayuntamiento para la Bienal del 2017.