Es curioso que en esta ciudad de silencios, algunos muy elocuentes, se llegue a pontificar acerca de lo conveniente o no de este modelo de Noche Blanca. El modelo del gigantismo se impone también en el ámbito flamenco, pues gentes hay que propugnan figuras descollantes con contratos exorbitantes, aunque se deba poner en tela de juicio la bondad de algunas realizaciones si se someten a la estética flamenca. Y no vale todo.

Ha habido concomitancia entre la jornada anterior de La Víspera, dedicada a Córdoba y Andalucía en las distintas propuestas flamencas, con artistas de estos lares, como nota dominante. Es fundamental creerse lo de que Córdoba encierra un gran potencial, eso sí, sin fundamentalismos excluyentes. La apertura a Andalucía toda tuvo en la bailaora malagueña La Lupi una mirada con gracejo al pasado de los patios de vecinos, allá por la Calahorra, con sabor a Cádiz y a la zona de Levante, a través de la Unión, que tendrá en Andalucía un referente destacado en la próxima edición. Un lujo atrás que secundaba las evoluciones de la malagueña con Alfredo Tejada, un cantaor malagueño de origen que tuvo especial asiento en la ciudad del Sacromonte desde su niñez.

La bailaora sevillana Pastora Galván marcó impronta en Compás de San Francisco y continúa con la línea marcada por sus ancestros, que ya se enseñoreaban en la danza flamenca por los escenarios. Ella marca una línea evolutiva en que se da un paso más en la renovación estética, compartido con otras bailaoras y bailaores. Al almeriense Tomatito y sus excelencias interpretativas con el grupo acompañante tuve ocasión de verlo inicialmente en el coqueto auditorio del patrimonio minero de la Unión, Agrupa Vicenta, y es La Corredera un hito más en su brillante trayectoria.

Marina Heredia, la cantaora granadina, siguió el itinerario del arte del Parrón en la remozada Plaza de San Agustín, con guiños emotivos al público alusivos a su familia cordobesa. Había magia ambiental, y el público le pidió alguna letra concreta, con el inicio a viva voz. La escuela Yo Canto ha sido una eficaz colaboración de Queco con Casa Árabe, ya tradicional en la Noche... con asiento en Abades, anteriormente, trasladada después a la plaza de Jerónimo Páez. Allí hubo maridaje entre la música andalusí y los aires flamencos, había referentes como Camarón y Lole y Manuel. La actuación en la plaza del Triunfo del gaditano David Palomar, heredero inequívoco en la ejecución de los aires de Cádiz de Chano Lobato y Mariana Cornejo Mariana de Cádiz puso fin a la edición del 2016. Inició su actuación por fandangos y la continuó con aires festeros, con la intercalación de Ultra High Flamenco. Palomar se sintió como en su casa, pues por tal tiene a esta ciudad. Vaya nuestro agradecimiento para el amigo Miguel Heredia, que ayudó con sus apreciaciones, y nuestra valoración positiva de la organización con esta óptica y el deseo de que sea sostenible en el tiempo.