A pocos meses de publicar su próxima novela, la escritora Julia Navarro visitó ayer Córdoba para participar en el ciclo Un otoño de novela y hablar de su última obra, Dispara que yo ya estoy muerto , que, aunque tiene como telón de fondo las dos guerras mundiales, la autora confiesa que su objetivo no fue contar esos conflictos bélicos, sino "el efecto que tuvieron en la vida de los personajes". "No escribo novela histórica", subraya.

--Ha venido a Córdoba a hablar de novela, sus géneros y el oficio de escribir. ¿Qué piensa cuando la catalogan dentro del género histórico?

--Yo no escribo novela histórica, cuando me tratan de encasillar ahí, me escapo. En España hay grandísimos escritores de este género como, por ejemplo, Juan Eslava Galán. Yo escribo relatos sobre personajes y busco distintos momentos de tiempo para contextualizar la historia que quiero contar, que es la de esos personajes. Todas mis novelas transcurren en el siglo XX, solo en La hermandad de la Sábana Santa hay una mirada al pasado, pero son guiños. No tengo afán de contar una novela sobre la historia.

--¿Qué es, a su juicio, una novela histórica?

--En realidad, todas las novelas son históricas, porque transcurren en un momento histórico, incluso si es la actualidad.

--¿Se puede aprender historia a través de la literatura?

--Creo que sí, es una manera de que los lectores conozcan determinado periodo de la historia de una forma más entretenida que en un libro de texto. Si el escritor es riguroso a la hora de colocar a sus personajes en un tiempo histórico, creo que sí puede servir para adquirir conocimiento. Pero no nos olvidemos de que es una novela, cuyo fin no es contar la historia, sino una historia.

--Las vidas de los personajes de su última obra se entrelazan con momentos clave de la historia en escenarios como Varsovia, San Petersburgo, Jerusalén o París. ¿Qué importancia tiene la documentación a la hora de escribir una novela?

--Es un proceso imprescindible porque es el esqueleto del libro. A mí me resulta una labor grata porque aprendo mucho. Es un trabajo que me ocupa mucho tiempo, una pista te lleva a otra, pero es un periodo de aprendizaje. Y hay que volver muchas veces a esa documentación. Yo procuro comprobar todo muy minuciosamente, pero yo soy una novelista, no una historiadora, y quizá la ultima novela es la que más me ha costado en este sentido.

--¿Qué quería trasmitir con esta historia?

--Me parecía interesante escribir una novela desde la otra orilla del Mediterráneo, con personajes situados en Palestina e Israel, porque era una forma de contar cómo se vivieron allí las consecuencias de las dos guerras mundiales. Quería hacer una reflexión sobre el poder de la palabra, lo poco que nos escuchamos los unos a los otros. Si fuéramos capaces de escuchar al de al lado, sería mas fácil llegar a acercamientos y acuerdos, pero vivimos en un diálogo de sordos y somos muy poco receptivos a los argumentos del otro.

---En Dispara, que yo ya estoy muerto ha continuado el camino iniciado con Dime quién soy , en el que da más protagonismo a los personajes ¿Por qué?

--He ido experimentando a lo largo de los años, pero es verdad que en la última doy un salto hacia adelante y busco otra manera de narrar las historias. Mis primeras novelas son más dinámicas, y quizá la acción tenga más peso que los personajes. Sin embrago, en Dime quién soy inicio ese cambio, los personajes son los que tienen el peso, lo que importa es lo que les pasa a ellos.

--¿Cómo intuye dónde hay una novela?

--Las ideas se van almacenando y, de repente, encuentras elementos con los que hacer una historia. Y esa historia, poco a poco, te va encontrando a ti.

--¿Cómo se logra enganchar a los lectores? ¿Hay algún secreto?

--El secreto es que no hay secreto.