En el escenario son compañeros; cuando se bajan, amigos. Toda una suerte para Manuel Medina y Javier Vallespín, los dos intérpretes de Dos hombres solos sin punto com ni na . Este montaje, creado hace trece años por Medina --que ha trabajado en series como Arrayán, Hospital Central o El Comisario --, ha girado por toda España, con él se han reído a carcajadas casi medio millón de espectadores y ahora lo harán los madrileños que acudan los jueves al teatro Marquina. Hace año y medio, Medina cambió de compañero de piso para "irse a vivir" con Vallespín y recrear la convivencia de dos hombres heterosexuales. Vallespín es el encargado de llevar el dinero al hogar, y Manuel es el amo de casa porque "me he criado con seis hermanas y un mayordomo homosexual". La risa está servida este fin de semana en Teatro Avanti.

---Esta obra lleva trece años en cartel, los últimos seis llenando aforos. Y todo en la época de mayor crisis que hemos vivido.

--Nosotros no hemos visto la crisis ni de lejos.

--¿No estarán tocados por una varita mágica?

--No sé, ni quiero saberlo. Creo la gente necesita sentarse en un teatro y salir muerto de risa. Es una terapia increíble. Es un humor muy natural, políticamente incorrecto, verdulero pero con gracia, con un personaje tan real como el marihetero...

--¿Qué o quién ha inspirado estos personajes?

--(M) Cuando escribí la obra me basé en dos pilares importantes. Uno de ellos es un amigo de Jerez que tiene ocho hijos, pero entras en su casa y te lo encuentras con una bata roja cantando como una loca. Y tú dices: "A este le cabe Pavarotti". Pues no le cabe na , es macho macho, pero con mucha pluma. Ese personaje se une a otro inspirado por mi madre, una jerezana de patio con mucha gracia. Un día estábamos viendo la tele y salió Christopher Revee cuando se cayó del caballo, y al verlo dijo: "Ay que ver Manolín, con lo que ha volao ese hombre".

--Eso es un chiste.

--No, eso es mi madre, que era una fuente de inspiración continua. Todo el que me conoce dice que, en el escenario, "te cortamos la cabeza y eres tu madre".

--Uno es de Jerez y otro de Antequera. ¿Por qué se han hecho hijos adoptivos de Málaga? ¿Tiene que ver con la cobertura que os ha dado el teatro Alameda?

--En Málaga esta obra se ha convertido en un fenómeno social. Es un clásico. En verano la gente va a Málaga a bañarse, tomarse un espetito y a ver Dos hombres solos sin punto com ni na . Llevamos seis años consecutivos y hemos firmado uno más.

--¿La gente necesita reírse más que nunca?

--No te quepa la menor duda.

--Y ustedes de que se ríen?

--De nosotros mismos, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos.

--¿Tiene mensaje esta obra?

--(M) No. Para nada. Cuando escribí la obra no pretendía nada. La gente va a reírse y punto. Aquí no hay más nada. El fenómeno de esta obra es que no hay mensaje, tiene un hilo conductor que no conduce a nada. Vamos, que es un mamarracho. Lo único cierto es que desde el minuto uno al último no te dejamos respirar. Es una carcajada continua. A mí se me ha meado una señora en el teatro Alameda, literalmente, de charquito, y, en Sevilla, otra se puso de parto. En Cáceres al salir vi al Samur y, al preguntar, me dijeron que a un señor le había subido la tensión de tanto reírse.

--Vamos, que casi matan al público de risa.

--Literalmente.

--¿Cómo reciben esta obra mas allá de Despeñaperros?

--Hay una diferencia de público. En Madrid, la gente va a ver teatro, y cuando las veo llegar tan peinadas, con sus visones, pienso: "Angelito qué dolor, va a acabar destrozada". Y así es. Al final se rinden. En Bilbao, fenomenal. Aranda de Duero, qué lástima de Aranda de Duero. Dos funciones llenas y lo más que escuché fue un ¡jeje!

--Javier ha sido antes espectador y después intérprete. ¿Cómo la veía?

--(J) Llevaba dos años haciendo monólogos cuando vi la obra, y deseé que al compañero de Manolo le saliera algún trabajo y que me llamara a mí. A los tres meses estaba con él. Me tocó el gordo.

--¿Para cuándo otro montaje?

--Nunca. Mientras esta obra funcione no habrá otra. Vamos a hacerla hasta que dure, que todavía le quedan años. Además, en el 70% por ciento de los sitios repetimos, como en Córdoba.

--¿El humor se cruzó en sus caminos o era una meta?

--(M) A los dos se nos cruzó. Yo tengo dos discos grabados, he hecho monólogos, cine, televisión. No esperaba que sería con el humor con lo que pegaría el pelotazo. (J) Yo he estado toda la vida cargando y descargando camiones, hasta que un día me dio por mandar un monólogo, y me seleccionaron.

--¿Qué sienten cuando la gente no se ríe?

--(J) Se pasa mal. Y pienso ¿estaré haciendo el ridículo? (M) Me da pena la gente que no tiene sentido del humor.

--¿El humor lo cura todo?

--(M) Casi todo y, si no lo cura, ayuda. Nosotros tenemos un sentido del humor peligroso porque hasta las situaciones más dramáticas del mundo las miramos desde un punto de vista cómico, y a lo mejor no es el momento de sacar la broma.

--(J) Yo lo paso fatal en los velatorios.

--¿Todo tiene un lado cómico?

--Todo, todo.