Pat Metheny Unity Group

Lugar: Teatro de La Axerquía

Día: Lunes, 30 de junio

Entre palabras llenas de respeto, cariño, admiración y dolor por su pérdida, calificaba Pat Metheny a Paco de Lucía como una gran fuerza del universo en una de las más brillantes aperturas del Festival de La Guitarra de Córdoba que se recuerdan, difícilmente superable por lo que resta, al menos en intensidad, sin desmerecer por ello el cartel de esta edición. No hay adjetivos suficientes para expresar lo ocurrido el pasado lunes durante casi tres horas en el escenario del Teatro de La Axerquía, con un celebrado incremento de amantes del jazz entre el buen número de asistentes.

La primera parte del concierto estuvo dedicada en su mayoría a Kin , el nuevo disco con este Unity Group y número 43 de su carrera, cuya gira europea concluía en Córdoba y continuará dentro de quince días por América. Densidad y paisajes (mucho más abruptos los de ahora por la constante investigación y búsqueda inquieta) que nos hacían recordar, aunque también añorar, la virtud de Lyle Mays. En el equipaje y en escena estaban sus inseparables guitarras, incluidas la Picasso, de 42 cuerdas, con la que abrió de nuevo el concierto, y la sintetizada o "elefante". Pero además el escenario estaba poblado de varios de los complicados robots que fabricaron para él y para sus discos Orchestrion. Tras la presentación comenzó una segunda parte donde se descubrieron las máquinas y se incorporó el comodín italiano. Para entonces, por suerte, las frecuencias medias y agudas que molestaban al principio se habían acomodado. El caudal de registros expuestos iba en progresión hasta convertirse en torrente. Folk, rock o Brasil asomaban con el jazz, como de costumbre, en una segunda parte que se surtía de títulos más conocidos, como Have you heard , intercalados de forma magistral en un espectáculo completísimo.

Siempre le acompañan músicos descomunales, como demostraron serlo Antonio Sánchez, manteniendo la titularidad, el héroe de las subdivisiones, el vértigo y los desplazamientos arriesgados, estampida de conceptos que lo tiene todo, sensibilidad, metrónomo, matices, y una técnica endiablada que arrancó la entrega de los asistentes en sus estudiados solos y en dúo con Metheny, por su exactitud, independencias (mención especial a su talón izquierdo) y musicalidad. Chris Potter, la vivacidad personificada con los saxos, el cantar del contrabajo y bajo eléctrico de Ben Williams y el "apoyo logístico" de Giulio Carmassi, que quizás no debió emular a Aznar en su versión de Dream of The Return .

Como era de esperar, fueron requeridos para volver al escenario tras el primer y falso final. Sonaron entonces dúos del guitarrista con cada uno de sus músicos, interpretando temas estelares de la carrera del de Missouri. Bright size life , primero con Williams y más tarde con Sánchez, o una inolvidable versión de All The things you are , con Potter, para terminar todos juntos con la histórica y etérea Are you going with me? Y como guinda, un precioso regalo de Metheny, de nuevo en solitario, recordando varios momentos cumbre, entre los que sonó la sentimental Antonia .

Pat Metheny volvió a superarse en un ejercicio de espiritualidad tan plural, con una heterodoxia tan exquisita y metódica en las formas, que riza el rizo de lo armónico y del espacio mesurable entrando en un filón inagotable de su propio ser musical inconfundible. Ya no se puede hablar de influencias, él es la influencia, un espejo que refleja con luz propia la genialidad de aunar jazz, sentimiento a raudales, modernidad, vitalismo, y valores universales del ser, a través de la poesía y el lirismo de su música, en una nueva dimensión para el jazz que Pat Metheny abandera en solitario, flanqueado por la técnica y la emoción.