"La Trini llega a Medellín". Así, como si fuera "la Callas". A Trinidad Montero le gustó tanto hace dos años el tratamiento que le dio un periódico colombiano que ha adoptado esa mezcla de "folclore y divismo" para una carrera que empezó con solo nueve años y que ahora alumbra "Las arañas de Marte".

Es su segundo disco, y la Trini (Córdoba, 1979) no puede estar más contenta, porque ha sido "muy bien acogido"; porque es su segundo trabajo, después de "Eterno retorno" (1999), y porque a su "necesidad artística" de hacerlo le acompañan el productor y letrista y los músicos "perfectos", asegura en una entrevista con Efe.

"El disco, del sello Youkali music, nació como necesidad artística y me he juntado con el mejor. A Antonio Pastora, productor y letrista, le conocía desde hace tiempo y ha habido un flechazo musical en toda regla. Es mi complemento absoluto", piropea.

Ha tardado "tanto" entre su primer disco y este, que presentará oficialmente el próximo día 22 con un concierto en Madrid, porque, subraya, le ha costado "mucho" encontrar a alguien que fuera capaz de expresar lo que ella siente: "Es como si las letras hubieran salido de mi puño y letra", sostiene.

Han sido tres años de "duro trabajo", de "buscar sonidos" diferentes, de jugársela. "Siento que las letras son poesía moderna, frescas, con un punto de verdad, muchas reales. Normalmente, un disco es un single, y este tiene 13", se ríe.

"Llegan del mar a los Caños de Meca/los restos de una vela y un zapato de cristal... Ahí va el sargento Morales con toda su cuadrilla, peinando el mar de Barbate a Algeciras, buscando un alfiler", cuenta en "Mi pequeña cenicienta".

Se trata de un homenaje "a las criaturas" de "dedos de canela" que no encuentran "a la virgen Macarena en el reino de la siesta", sino atestados policiales para devolverlos al lugar que quisieron abandonar.

La historia de "amor loco" de la Trini con la música nace cuando era muy niña y le gustaba ponerse tacones y ropas largas y coger cualquier cosa que pareciera un micrófono para desgañitarse cantando copla.

Luego, con 9 años, le pidió a su madre que escribiera a un programa que hacía Rosa León para "pequeños talentos" y a los dos meses estaban todos en Madrid acompañándola a que cantara allí "El clavel".

Convenció a su familia de que la música no era un juego para ella y la matricularon en el Conservatorio Superior de Córdoba, donde estudió solfeo y piano y más tarde canto, con profesores como Antonio Mondejar y Antonio Fragero.

Luego se fue a Sevilla, con Rafael Mudarra, y más tarde a Madrid, para estudiar logopedia y foniatría y hacer un máster en Técnica Vocal e Interpretación.

Nunca ha tenido "vocación por una sola música", quizá porque tiene la facilidad de cantar "por muchos palos", muchos géneros y, aunque "todo en la vida tenga una etiqueta", ella se resiste a colgarle otra a "Las arañas de Marte", un título en homenaje a David Bowie.

"Somos grandes admiradores de Bowie y nos gusta mucho ese tema, que es la historia de una traición y el rincón extraño y extraterrestre donde reflexionar. Hemos sido muy libres a la hora de hacer el disco y hemos hecho lo que nos ha dado la gana, sin estar atentos a si no comercial o no".

Es, concede, una mezcla "cool" de jazz, copla, canción francesa, flamenco, son cubano y hasta tango, un "arca de Noe" que ella maneja bien y que supone "una evolución" en su carrera.

Acaba de volver de Japón, donde ha actuado con temas del disco, y, después de cantar en Madrid, se irá a de gira a Colombia durante todo el mes de abril. "Un lujo en estos tiempos", se ríe feliz.