La Traviata, de Giuseppe Verdi

Música: Orquesta de Córdoba y banda de alumnos del Conservatorio Rafael Orozco

Intérpretes: Carmen Romeu (Violeta), José Luis Sola (Alfredo) y José Antonio López (Giorgio). Coro de Opera de Cajasur, con la dirección musical de Lorenzo Ramos, la dirección de escena de Susana Gómez y la dirección coral de Irina Trujillo

Lugar: Gran Teatro

El Gran Teatro de Córdoba presentaba un aspecto exultante en la noche del viernes; lleno, jubiloso y engalanado: el inicio de la temporada musical con una obra lírica de primera línea, de producción propia (en colaboración con festivales y teatros de Oviedo, San Sebastián, El Escorial y Pamplona) y con gran participación de músicos locales (banda, orquesta, coro y algunos de los solistas no protagonistas) había generado grandes expectativas.

El primer éxito de esta Traviata consiste en ver la luz en este lugar y este momento en que, lejos de favorecerse la producción cultural, se la fustiga y desacredita al entenderla prescindible, obviando las necesidades no tangibles del ser humano y rebajándolo solo a su hecho físico, embruteciéndolo. Llevar a buen término esta compleja producción en tal situación requiere un gran esfuerzo que fue reconocido con la gran afluencia de público.

Una vez se levantó el telón, empezaron a aparecer los argumentos que constituyeron el segundo éxito: una puesta en escena fresca y convincente (a pesar de que las referencias a su ambientación en la posguerra española quedaban desdibujadas, sólo apoyadas en el vestuario, y de que Violeta se pasa medio primer acto actuando de espaldas al público), una orquesta que supo mantener el tipo ante tamaño desafío y, sobre todo, los tres solistas principales --excelente Carmen Romeu--, que polarizaron la acción dramática y sumergieron al público en ella.

Es cierto que la tensión dramática puede ser más contrastada, más violenta; que la versión musical puede estar más atenta a la expresión, ser más intensa; que el coro puede empastarse mejor y oírse más en ciertas ocasiones, pero lo que también es cierto sin ninguna duda es que aquí, hoy, lo que se ofreció en la noche del viernes es de un excelente nivel, más alto de lo que algunos considerábamos posible, y que el público lo entendió y reconoció con una sincera y prolongada ovación.