Cuando en 1981, sin apenas presupuesto, creó una de las películas más terroríficamente divertidas de la historia, Posesión infernal (Evil dead ), poco podía imaginar el director norteamericano Sam Raimi que acabaría convirtiendo dos de sus obsesiones infantiles en sendos blockbusters de Hollywood: tras dirigir la trilogía Spider--Man , recientemente ha estrenado en medio mundo su precuela de El mago de Oz (1939), Oz, un mundo de fantasía .

--¿Qué le pasó por la cabeza cuando le ofrecieron dirigir esta película?

--Estaba aterrorizado. Les dije: "No quiero leer el guión, no quiero ni tocarlo". El mago de Oz es mi película favorita y no quería estropear los recuerdos que la gente tiene de ella. Pero me enamoré de esta historia de un hombre tan preocupado por ser grande que se olvida de ser bueno, pero que finalmente aprende a ser un héroe. Y comprendí que si era capaz de transmitir al público la sensación que tuve al leer el guión, iban a perdonarme.

--¿Por qué es 'El mago de Oz' tan importante para usted?

--Causó un efecto enorme en mí. Dorothy sueña con una vida mejor, y cuando canta Over the rainbow la entiendo muy bien y siento una gran pena por ella. Pero también es la película más aterradora que jamás he visto. Muchas de sus imágenes me provocaron pesadillas de niño. Por último, me encanta su mensaje: que todos tenemos coraje, corazón y cerebro, que somos seres humanos completos aunque a veces no nos veamos así.

--En parte, su película es un homenaje al cine. ¿Cree que los cineastas tienen algo de magos?

--De hecho yo soy un mago, solía actuar en bodas y fiestas infantiles. Tanto los magos como los cineastas cuentan una historia, y para ello usan ilusiones y guardan secretos al público: no revelan el giro final hasta el momento adecuado. Tras el telón, el mago se llena las mangas de monedas, pero en el escenario el truco no se ve. Y para el cineasta es lo mismo, toda la preparación con los técnicos y los actores no debe notarse. Y, al final, tanto para uno como para otro todo se reduce a hacer creer una mentira a la audiencia, suministrarles la cantidad justa de información y dejar que ellos usen la imaginación para completar así la ilusión.

--Oz es un chico de pueblo que entra en un mundo de fantasía y debe hacer creer a todos que es un mago. ¿Se sintió usted así cuando llegó a Hollywood?

--Absolutamente. Cuando me ofrecieron dirigir Spider--Man no podía creerlo. Nunca pensé que trabajaría en Hollywood, porque mi gusto y el suyo nunca fueron parecidos. A veces sigo preguntándome: ¿qué hago yo aquí?

--¿Qué opina de que hayan decidido rodar una nueva versión de 'Posesión infernal' ('Evil dead')?

--Hollywood siempre ha sido, esencialmente, un puñado de caníbales, toman lo que les gusta y lo rehacen una y otra vez. Pero es que el arte de narrar se basa en eso: alguien oye una historia alrededor de una hoguera y con el tiempo esa persona cuenta la misma historia alrededor de otra hoguera, cambiando algunos detalles. Está bien que Posesión infernal sea contada a un nuevo público. Yo escribí una canción muy simple y ahora alguien ha decidido añadirle nuevas armonías.

--¿Existe algún parecido entre rodar una película como 'Oz' y rodar una como 'Posesión infernal'?

--Rodar Posesión infernal fue como tocar en una banda de rock, no importaba lo mal que tocáramos. Ahora siento que estoy dirigiendo la mejor orquesta del mundo.

--¿Y no echa de menos tocar la música usted mismo?

--Sí, hacer películas más pequeñas proporciona una gratificación más inmediata. Pero Oz me ha permitido rodearme de artistas de los que he aprendido mucho. De hecho, yo era una de las personas más tontas del equipo.

--¿Se considera el mismo cineasta de hace 30 años?

--Continúo tratando de entretener al público. Yo no aspiro a crear obras de arte. Si al público no le entretiene mi película no tengo disculpa, no voy a decir: "No la han entendido". He cambiado en que ahora estoy más interesado en historias humanas, de personajes, porque me he hecho mayor, he creado una familia, he sufrido pérdidas y he conocido el amor.

--¿Le preocupa su legado?

--Una vez conocí a un viejo cineasta al que admiraba mucho, y le pregunté: "¿Cómo se siente usted al mirar atrás y ver todas sus grandes películas?", y él me contestó: "Para mí no son más que hojas secas y marchitas en un jardín podrido". Sospecho que eso mismo es lo que yo voy a sentir.