Concierto de Ismael Serrano

Lugar: Gran Teatro

Fecha: Viernes, 22 de marzo

Ya sea por su vínculo personal con Córdoba o por la cantidad de seguidores que aquí siempre le aguardan, Ismael Serrano es ya un habitual en nuestros escenarios, a donde acude a presentar sus nuevos vástagos. En esta ocasión tocaba el octavo, Todo empieza y todo acaba en ti , todo un genérico mensaje de positivismo, vestido de nostalgia y en forma de disco, que espolea a los que empiezan a desfallecer por asfixia, sea cual sea su mal, aunque, principalmente, como medicina interna del abrumado por la carga social actual, dícese crisis, causas y consecuencias. Un mensaje que fue ilustrado de forma genial no solo con canciones, sino con un cuidadísimo trato cercano y cordial con el público, con el que interactuó, y anécdotas contadas como el mejor de los comunicadores; compensando así, para algunos, el posible tedio que pueden ocasionar sus canciones, con lo que él mismo bromeó.

Por eso, los que creyeron extinta o muy mermada la figura del sempiterno cantautor protesta , o en su supuesto reciclaje estéti- copolítico en las últimas décadas de sonrisas y lágrimas, se agarran como a un clavo ardiendo a Ismael Serrano, uno de los últimos frentes que incorporan aditamentos románticos y levitan a ras de suelo constatando la realidad a base de bofetadas de vigilia, cantando por igual a los desmanes sociales latentes como a esa fibra sensible y populista de lo cotidiano, del paro, de los abusos, de la injusticia, de las utopías particulares y, por supuesto, del amor y sus miserias. En definitiva, de los sentimientos y el dibujo social, que siempre ha sido la razón latente de la canción de autor, según apostilló él mismo. Todo real, y a la vez poético, en un sobrio escenario con lámparas de pie, veladores y alfombras que, como el artista, también intentaría hacernos sentir como en casa.

Ese es su singular logro en el mundo musical que arrastra a varias generaciones, las que, al escucharle, "lloran" por su pasado, quizás sólo de trinchera, ya sea al sol o a la sombra, o lo hacen en el presente por la milimétrica exhibición de su escrupuloso armazón de belleza textual y selecta dicción, continuando así con la esgrima de la palabra, el útil por antonomasia de los cantautores al uso, a los que sin duda, podría capitanear.

Fueron dos horas de concierto con un perfecto sonido, esta vez acompañado sólo por el selecto, resolutivo, experimentado y discreto teclista y productor mallorquín Jacob Sureda, las que ofrecieron a un Gran Teatro de Córdoba entregado y con más de media entrada, a pesar de La Roja , que también jugaba a la misma hora, y de las inclemencias meteorológicas de principios de primavera, o sea, una manta de agua que se derramaba a la hora de acudir al concierto.

La justa afección del vallecano y su pico de oro cautivaron una vez más a un público que conocía perfectamente a sus caperucitas y sus lobos . Una vez más, Serrano provocó un paréntesis intemporal en el que obligó a la audiencia a bajar al sótano o subir al desván y mirar, desde la belleza, a través de la fina tela que separa lo fugaz y terrenal de lo fantástico y retórico. Sus palabras siguen estando más que medidas en una densidad aplastante que le sustenta y eleva. Aun así suena a sinceridad, y, sobre todo, a profesionalidad. Ismael Serrano es uno de los paladines de la canción de autor muy trabajada que permanecen por saber aunar sentimiento y reivindicación, todo ello en un espectáculo sopesado en el que todo se entrelaza, la lágrima, los temas, las cadencias, las bromas...

Hay sitio para todos y todo, y la frontera entre mensaje y corazón es el quid de la cuestión, el principal resorte, el as en la manga que no esconde.