DÉCIMA EDICIÓN DEL CERTAMEN

DE JOVENES FLAMENCOS

Lugar: Auditorio de Posadas.

Día: viernes, 19 de octubre.

La décima edición del Certamen de Jóvenes Flamencos que organiza la Diputación no estuvo exenta de una polémica, innecesaria a nuestro juicio, que en cierto modo empañó la razón primordial de la puesta en marcha de este ya consolidado concurso, que viene a ser como el Adonais de este arte y por el que suspira la palpitante juventud flamenca de nuestra provincia, animada por el aliento y el apoyo institucional para brillar con luz propia en el universo flamenco.

No queremos decir que este argumento no estuviera latente en la decisión del cualificado jurado que después de una larga deliberación emitió su fallo, debatido hasta el agotamiento, intuímos, sobre las virtudes artísticas de cada premiado. Hasta ahí, todos conformes. Pero lo que extrañó a propios y extraños es que el coordinador de esta edición, haciéndose eco, al parecer, de la opinión generalizada de los enjuiciadores, manifestara el escaso nivel de los participantes, lo que sin duda postró en el desánimo a más de uno, incluso creemos a los que se alzaron merecidamente con el premio de cante, que recayó en Rocío de Dios y José Muñoz Espinar; en guitarra solista, en José Tomás Jiménez, y el de baile, compartido por Clara Gutiérrez y Alba González, quedando desierto el premio de guitarra de acompañamiento.

Y ahí fue el detonante que encendió la mecha de la justificada indignación del respetable, que hubiera asumido, sin más polémica, ese fallo, salvo alguna débil protesta, si Manolo Sanlúcar desde el pedestal inamovible de su magisterio se empeñara en justificar, sin conseguirlo, el porqué de esa decisión, esgrimiendo entre otras razones la hegemonía de su guitarra sustentada en infinitos reconocimientos, incluido un Premio Mundial, argumentos, según él, suficientes para contrarrestar las protestas del airado público, ya espoleado por la contundencia de sus dogmas, al que invitó quiméricamente a su domicilio donde completar su labor pedagógica (¿). La reiterada vehemencia de sus incontinencias verbales, incluso cuando el maestro Fosforito en un gesto conciliador le arrebató el micrófono con un abrazo suficientemente explícito de que no podía seguir por ese camino, no le hizo desistir de la firmeza de su particular monólogo, que incrementó de manera notable el alboroto del público que esperaba pulsar, desde la comprensión, la calidad de estos jóvenes a los que no es de recibo enjuiciar con la severa vara de otros concursos de ámbito nacional, para los que si están justificadas las exigencias de un nivel acorde con su importancia.

Por ello, es necesario decir que el espíritu por el que se creó este Certamen de Jóvenes Flamencos se ha visto seriamente mermado en esta ocasión, cuya rehabilitación esperamos se reintegre en las próximas ediciones partiendo de la filosofía por la que fue creado sin por ello menoscabar el nivel de los futuros concursantes.