Fue una tormentosa noche de junio de 1816, ahora hace ya 196 años, en villa Diodati, a orillas del lago Leman, cerca de Ginebra, cuando unos jóvenes monstruos literarios plantaron la semilla de la que germinarían los dos grandes mitos del terror del siglo XX. Tras una gótica velada leyendo cuentos de fantasmas alemanes, uno de ellos, Lord Byron, célebre poeta ya a sus 28 años, dijo: "Cada uno de nosotros escribirá una historia de fantasmas". Y aunque el vate, más estimulado por la poesía que por la prosa, solo llegó a empezar el relato Augustus Darvell , aquella legendaria noche alumbraría Frankenstein , de la incipiente pluma de Mary Wollstonecraft Shelley, y El vampiro --del que beberían la Carmilla de Joseph Sheridan Le Fanu y el Drácula de Bram Stoker--, surgido de la imaginación del médico de Byron, John William Polidori.

Ahora, el volumen La noche de los monstruos (Edhasa) reúne los tres textos, amén de una contextualizadora introducción de la responsable de la edición, Angela Pérez, y de cartas y diarios de los protagonistas, donde escriben sobre la propuesta de Byron y sobre aquel frío y lluvioso verano en que compartieron paseos, lecturas y escritura, y añaden inevitable morbo a sus singulares relaciones.

El editor de Edhasa, Daniel Fernández, a quien no le consta que las tres obras se publicaran antes juntas, ha hecho coincidir el libro con la nueva novela de Peter Ackroyd, El diario de Víctor Frankenstein , que añade ficción a las vidas del mítico grupo, que completaban el también poeta y amigo de Byron Percy Shelley, compañero de Mary, y la hermanastra de esta, Claire Clairmont.

Aunque según la editora "lo importante es la relevancia de los textos, su influencia en los siglos posteriores y el reflejo de la atmósfera y la época que los originó", es posible leer entre líneas e imaginar qué había tras los rumores de si Polidori era amante de Byron, si Percy Shelley se lió con la hermanastra de su mujer, sobre la aventura de Byron con una Claire ya embarazada de él, o si en el Frankenstein definitivo de Mary hubo la mano correctora de su marido.

LORD SEDUCTOR En una relación amor-odio entre Polidori y Byron, lo cierto es que, como ellos, en el fragmento de Augustus Darvell , el narrador inicia un viaje que recala en Esmirna con un íntimo y misterioso amigo; igual que en El vampiro , donde es fácil ver al propio Polidori como el joven ingenuo y sensible deslumbrado por el experimentado y mundano lord Ruthven, el primer vampiro en lengua inglesa.

A Mary Shelley lo que más le inquietaba era no hallar una idea para "una historia que despertara estremecimientos de horror; una que hiciese que el lector tuviese miedo de mirar a su alrededor, que helara la sangre", según cuenta ella misma en la introducción de la edición de 1831.

La idea de Frankenstein no le surgió hasta que una noche oyó hablar a Byron y Shelley sobre "la naturaleza del principio de la vida", "los experimentos del señor Darwin" y el galvanismo: "Quizás un cadáver podría ser reanimado (...); quizá las partes que componen una criatura pueden ser tratadas, unidas e infundidas de calor vital", reflexiona. Cayó en un duermevela del que abrió "los ojos aterrorizada" porque, "con aguda visión mental", vio "el horrible fantasma de un hombre tendido". Y pensó: "Lo que me aterró a mí aterrará a otros". Y no andaba equivocada.