ORQUESTA DE SEÑORITAS

Autor: Jean Anouilh.

Intérpretes: Juan Ribó, Víctor Ullate Roche, Francisco Rojas, Emilio Gavira, Juan Carlos Naya, Luis Perezagua y Zorión Eguileor.

Dirección y versión: Juan Carlos Pérez de la Fuente.

Lugar: Gran Teatro de Córdoba.

Programación de Feria por el IMAE, esta vez en el Gran Teatro a pesar de estar en principio propuesta en el Teatro Góngora. En esta ocasión hemos tenido la oportunidad de asistir a la representación de Orquesta de Señoritas , obra escrita por el dramaturgo francés Jean Anouilh escrita en 1957 y estrenada en 1962 en el Teatro de la Comedia de los Campos Elíseos.

Anouilh vive la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias, por lo que se propuso crear en su teatro una atmósfera poética en la que los personajes se desenvuelven libremente a la vez que crean infinidad de situaciones que emanan de sus almas desilusionadas. Desarrolla, con los más variados métodos y argumentos, la oposición entre la pureza de la juventud y la sociedad hipócrita y corrompida que acepta las componendas más degradantes. La derrota de la pureza, que se niega a adaptarse, parece ser la conclusión inevitable.

Pérez de la Fuente toma el texto de Anouilh y lo versiona españolizándolo. Lo transporta de Francia a España y del año 1947 a nuestra posguerra civil; varían las canciones, que ahora suenan a cuplé y son interpretadas en directo acompañadas al piano en lugar de sonar enlatadas.

La obra cuenta la historia de un pianista y seis mujeres que sobreviven cantando allá donde las contratan, son "artistas" en toda la extensión de la palabra, que esconden bajo la capa de maquillaje y el llamativo vestuario una serie de pasiones de las que hacen partícipe al público.

La obra fue escrita inicialmente para mujeres pero después de los primeros fracasos fueron hombres los que se encargaron de su puesta en escena. Esto ocurre en el presente montaje de Pérez de la Fuente y plantea un atractivo juego interpretativo en el que todos los actores se alejan mucho del amaneramiento en el que es fácil caer si se olvidan de que son hombres que interpretan a mujeres pero que no tienen nada que ver con lo gay o con un espectáculo de travestismo. Simplemente dibujan sobre el escenario un patético cuadro en el que quedan al desnudo las vidas de seis mujeres acabadas, capaces de sobrevivir a pesar de sí mismas y su propia dignidad. Todos los actores imprimen a sus personajes esa cruel y desgarrada visión a través de un desesperado dibujo femenino: la mujer imperfecta, la soltera atada a su madre, la celosa enamorada de un desaprensivo, la que espera siempre el amor de un hombre, la que es amante fácil y la directora que se siente divina. En esta ocasión el buen trabajo de cada uno de los que integran la compañía deja que se traslade al público la sensación de que estas mujeres son en realidad seres tristes, desgarrados y desfasados. No se trata de que el público se ría a carcajadas, con una sonrisa de tragicomedia es suficiente.

Para terminar, decir que la entrada, al menos el miércoles, no llegaría a un tercio del aforo. Alguna lectura tendrá este dato.