Killing Them Softly', la última película de Brad Pitt, pinta un crudo retrato del sueño americano destrozado, mezclando una historia de mafiosos violentos pero con toque cómico con críticas a la incapacidad de los políticos para afrontar la crisis económica. Killing Them Softly tiene lugar en una ciudad de Estados Unidos sin especificar que ha sufrido los embates del colapso financiero: casas abandonadas, tiendas cerradas y mafiosos y delincuentes de poca monta luchando para arreglárselas. La película, co-producida por Pitt, aspira a la Palma de Oro en el Festival de Cannes. En ella el actor interpreta al despiadado asesino Jackie Cogan, contratado por un jefe de la mafia para eliminar a una banda de ladrones que asaltan una partida de póker de altas apuestas. El título procede de su insistencia en evitar dolor y sufrimiento innecesarios cuando comete sus asesinatos. La cinta Incluye en el reparto a los especialistas en cine de mafiosos Ray Liotta (Uno de los nuestros) y James Gandolfini (Los Soprano), y vuelve a reunir a Pitt con el director neozelandés Andrew Dominik con quien rodó El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford .

El mensaje político de la película es inevitable. Los canales de noticias suenan de fondo en los bares y en las radios de los coches, y el tema de debate es invariablemente la crisis económica, los errores políticos, la avaricia y los sueños rotos. En una escena del final, Cogan lanza un mordaz ataque contra Thomas Jefferson, el autor principal de la Declaración de Independencia de EEUU, al que acusa de ser un hipócrita y un mentiroso. "Vivo en Estados Unidos, y en Estados Unidos estás solo. EEUU no es un país, sólo es un negocio", declara el personaje de Pitt. Tras el pase de prensa de la película, Pitt dijo que no quería que Killing Them Softly se viera como un ataque al presidente Obama. "Tiro más hacia la izquierda y quiero comprender mi propia tendencia, así que no me opongo a que mis personajes tengan un punto de vista distinto", afirmó.