Obra: 'Cuando los paisajesde Cartier-Bresson'

Autor: Josep Pere Peyró

Compañía: La Platea

Lugar: Sala Polifemo del Teatro Góngora.

Otra compañía cordobesa se acerca al Teatro Góngora para mostrar al público sus propuestas. Se trata de La Platea, que bajo la dirección de Jordi Aguilera nos trajo el sábado la obra de Josep Pere Peyró Cuando los paisajes de Cartier-Bresson .

La compañía ha escogido una obra actual y moderna, cómoda, con solo tres personajes que se mueven por una escenografía muy esquemática a la que parece le falta algo, o que le sobra; no acaba de dibujar el espacio. La historia transcurre en Mallorca en una terraza frente al mar en la que los personajes introducen al espectador en la trama: Ella, interpretada por Elena Moreno, se dedica a la fotografía y es novia de El, Jordi Aguilera, que desea a toda costa presentarle a su mejor amigo, interpretado por Francisco de Paula Ramírez, para que se conozcan. Esta primera parte se ralentiza un poco y aparece como un tanto lineal a pesar del uso del recurso de dividir las intervenciones de El con los otros personajes a modo de escenas cinematográficas, bien logradas, que muestran los distintos estados de ánimo de cada cual en cada momento.

La obra se anima y cobra bastante más vitalidad cuando surge el conflicto. El sospecha que su novia y su amigo se han acostado. Esto se convierte a lo largo de la representación en una especie de obsesión neurótica por conocer la verdad de si su novia le ha sido infiel o si su amigo le ha traicionado. Una verdad que se muestra o se sospecha un tanto disparatada ya que cuando uno lo reconoce el otro lo niega, mientras los equívocos van surgiendo por todas partes y prenden como trampas en su mente.

Aguilera compone bien este personaje atormentado y a pesar del comienzo con ritmo lento, va creciendo para lograr unos matices propios que van avanzando en su neurosis hasta que estalla sin estridencias y convence al público. Ramírez incorpora un personaje al que cuadra muy bien. Grosero, machista y monotemático con sus chistes de sexo es conducido con seguridad por los vericuetos de la trama a la que aporta una buena dosis de sus momentos de humor. Moreno poco a poco se va haciendo con el personaje al que es posible le sobre un poco de frialdad para que de esta manera aflore con más potencia la sensualidad que, sin duda, encierra.

Un triángulo amoroso que llega al público a través de un texto que trata con un lenguaje perfectamente entendible y actual los dos aspectos de la historia: el cómico y el patético; hace que el espectador se ría a la vez que se conmueve con los apuros de este amante que busca una sinceridad de forma inequívoca que realmente no tiene por qué existir ¿O sí?