Cuando la cultura sale por la puerta el arte entra por las ventanas. La versión del proverbio viene porque, por mucho que se estén apagando los focos que nos iluminaban en la realidad anterior, hay contraventanas que se abren para dejar entrar la claridad. Como las de la galería superior de la Facultad de Filosofía y Letras, donde se ha inaugurado Las Galerías del Cardenal Salazar , un corredor abierto a las expresiones valientes de nuestro tiempo. Como la de ensamblar a dos artistas plásticos, a los que separan 40 años y su diferente manera de mirar las cosas: para Juan Serrano la mirada es geométrica mientras que para Miguel Gómez Losada, posee la exuberancia orgánica. Juntos han conseguido que la arquitectura y la naturaleza sean elementos poéticos afines en plena Judería.

Esas galerías fueron escenario en el pasado del tránsito entre el departamento de Historia del arte y el de Arqueología. Un camino sombrío en el que daba más miedo cruzarse con determinados profesores que con los fantasmas del antiguo Hospital de Agudos. Mi clase estuvo en la vieja morgue, lo que nos otorgó fascinación por la vida y el arte. Algo similar a lo que debe pasarle al decano actual de esta Facultad, quién no para de inventar buscando que el centro universitario sea un lugar vivo que transfiera no solo conocimiento, sino contenidos culturales a la ciudad.

Nunca he sabido muy bien si Filosofía y Letras tiene el privilegio de estar en la Judería o es justo al contrario. Sin la Facultad, el barrio sería un laberinto uniforme tomado por turistas. La mezcla de éstos con carpetas, bicis, y erasmus da sentido a un casco Patrimonio de la Humanidad en donde se aprende humanismo. Observar esos ensamblajes de cerca hace olvidar la decadencia en la que se hallan las humanidades, y ayuda a creer que quienes estudian tras esos muros serán los profesionales que nos saquen del desastre. Pura candidez. Pero suena tan bonito como los años en la Facultad.