Estamos apenas a unas horas de la vigesimosexta edición de los premios Goya y no hay favorito. La pretemporada de premios nacionales apunta a No habrá paz para los malvados mientras Almodóvar acaba de ganar el Bafta, sin olvidar el efecto sorpresa de Blackthorn y la apuesta más emocional de Benito Zambrano.

Este año se cantará y se bailará con ayuda de El Langui y Blanca Li, habrá una maestra de ceremonias mordaz como Eva Hache, será el debut goyesco de Enrique González Macho como presidente de la Academia y Josefina Molina se llevará el Goya de Honor. A partir de ahí, todo es incertidumbre.

Pedro Almodóvar hace años que polariza a los académicos y La piel que habito , con 16 nominaciones, no es precisamente una cinta conciliadora, aunque su retorno como hijo pródigo a la Academia puede reportarle el mejor cordero: el Goya a la mejor película.

No habrá paz para los malvados es, por el contrario, la ganadora menos discutible. Con catorce nominaciones, su apuesta es menos vistosa que la de Almodóvar, pero también menos arriesgada. El protagonista de este thriller extrarradial, José Coronado, es uno de los premios que parecen seguros.

En cambio, Blackthorn , de Mateo Gil, no tiene ningún intérprete nominado, pero acapara once nominaciones. Quizá las dos favoritas se neutralicen y la tercera en discordia salga beneficiada, como le sucedió el año pasado a Pa negre .

Finalmente, La voz dormida , de Benito Zambrano, es la película que más lágrimas ha hecho derramar y tendría un premio asegurado --mejor actriz revelación--, pero su tratamiento de la posguerra civil ha sido muy criticado.