El director cubano Gerardo Chijona compite en los premios Goya con su drama "Boleto al paraíso", una historia real de 1993 cuando seis muchachos se infectaron de sida adrede para ingresar en un sanatorio y asegurarse comer todos los días, y que el Gobierno cubano ocultó a sus ciudadanos.

La película viene de recorrer más de treinta festivales, desde Sundance (Estados Unidos), donde fue presentada, al español de Málaga, donde obtuvo el premio Territorio Latinoamericano, pasando por Biarritz (Premio del Público) o Brasil, donde Héctor Medina recibió el premio al mejor actor.

"Boleto al paraíso" cuenta la historia de seis jóvenes que se infectan voluntariamente de sida para ingresar en un sanatorio y asegurarse el alojamiento y la comida diaria en plena crisis cubana de 1993, en "lo más duro del llamado Periodo Especial", ha explicado a EFE el director de la cinta.

Se trata de una historia real, contada como "road movie", con la ficción como apoyo de un romance "estilo 'Romeo y Julieta', pero en caribeño", se permite bromear Chijona, quien asegura que, hasta la mitad de la película, "cuando Alejandro suelta la bomba", tiene humor "dentro del estilo sórdido de la película", aclara.

"Fue una mezcla suicida de inexperiencia, inocencia y desconocimiento de la enfermedad, de familias abusivas y de represión, eso es realmente lo que pasó, pero cuando haces ficción -se excusa- dejas volar la imaginación". Por eso, quizá, los espectadores "enmudecen" cuando lo que parece una película de aventuras se torna en un drama.

Basada en el libro "Confesiones de un médico", de Jorge Pérez, que dirigió el sanatorio de enfermos de sida "Los cocos", de Santiago de las Vegas, en La Habana, durante doce años, la película ha seleccionado y fusionado dos de las 24 historias que recoge.

Las de un rockero de 18 años, Alejandro (Medina), que viaja con sus amigos a La Habana, supuestamente, para ver un concierto, y la de Eunice (Miriel Cejas), una chica que huye tras ser violada e infectada por su padre.

Según el director, fue más difícil convencer de la necesidad de hacer la película que obtener los permisos para hacerla, a pesar de que se trata de unos hechos ocultados por el Gobierno cubano y que no trascendieron ni siquiera en el interior de la isla.

"El país está cambiando, se ha demorado mucho, más de la cuenta, pero se empieza a mover, además -agrega el veterano realizador- siempre digo que la censura no es monolítica, uno tiene que ser inteligente para saber cómo le cuela los proyectos".

Se abren brechas, asegura Chijona, "tanto fuera (del Instituto Cubano de Cine que controla toda la producción) como dentro", añade, y valora que las nuevas tecnologías ayuden al cine independiente: "Eso antes era impensable en Cuba, y lo bueno es que no tiene marcha atrás". En su opinión "la prensa y la televisión cubana muestran una realidad de Cuba completamente edulcorada y el cine se ha convertido en la ventana por la que ver reflejados sus problemas, lo que sufre el país todos los días".

Una de las tareas más difíciles, explica el director, fue encontrar a los actores, todos ellos, jóvenes debutantes. Pero Chijona se guardó una baza: "Por la película pasan todos los grandes actores que hay ahora en Cuba, desde Jorge Perugorría a Albertico Pujol, y tenía mucha gracia, porque ellos eran los extras y nosotros, los protagonistas. Hubo quien dijo -apunta a EFE Héctor Medina- que era la bienvenida de la vieja a la nueva generación".

Chijona, que empieza esta semana el rodaje de "Esther en alguna parte", una comedia triste basada en el libro de Eliseo Alberto Diego, confía en que ganar el Goya sirva "para que la película se vea, empezando por España". "Boleto al paraíso" que se rodó en "la Cuba profunda" en 2009 con un presupuesto de 120.000 dólares (unos 87.600 euros).