El uso de temple y óleo, así como de "muchísimas veladuras", hace que Julio Romero de Torres "sea diferente a todos" y, en consecuencia, sus cuadros "muy complicados de restaurar". Así se expresaba ayer Enrique Ortega, restaurador oficial del Ayuntamiento, quien se ha encargado de dar nueva vida a 65 de los 76 lienzos que se muestran actualmente en el museo, cuyos marcos han quedado también con el brillo dorado del primer día gracias al trabajo de Milagros Gallego e Inmaculada Carrasco.

"Otros no se atreven con Julio Romero por no conocer la técnica de abordar su obra", afirma Ortega, quien recuerda que en el museo hay depositados cuatro lienzos pertenecientes al Reina Sofía de Madrid, "que no los restaura". Sin embargo, la experiencia y saber hacer de los expertos cordobeses han conseguido excelentes resultados. "En el proceso de montaje se han raspado todos los cuadros --dice el restaurador, que viene trabajando en ellos desde hace 15 años--. El problema es que hay que adecuarse a cada circunstancia para no alterar la intención del artista".

A todos los lienzos se les ha ido eliminando las capas superficiales de barniz, sustituyéndolo por otros modernos, con una capacidad de reproducción cromática muy alta, lo que garantiza la fidelidad del resultado final al original.