NACE EN CORDOBA (1948).

TRAYECTORIA DOCTOR CON PREMIOS EXTRAORDINARIOS EN HISTORIA CONTEMPORANEA, ES PROFESOR TITULAR DE ESTA DISCIPLINA EN LA UCO. ACTUALMENTE DIRIGE LA FUNDACION CAJA RURAL DE CORDOBA.

Acaba de llegar a las librerías, editado por Almuzara, uno de esos libros que no solo ayudan a conocer el perfil más auténtico de los grandes personajes, sino la época de la que fueron testigos. Se trata de las Memorias de José Cruz Conde , el alcalde cordobés del que a pesar de dar nombre a una de las principales calles de la ciudad tan poco se conoce. El profesor y académico Enrique Aguilar Gavilán --junto con su colega Julio Ponce, que aporta una síntesis biográfica-- ha transcrito con paciencia de paleontólogo y contextualizado las notas con las que el militar y político entretuvo el triste asilo que vivió de embajada en embajada en el Madrid carcomido por la guerra civil. Toda una lección de historia que se lee como una novela.

--¿Qué aporta el libro a la historiografía española?

--El libro presenta una documentación básica de unas memorias hechas por un personaje clave en la historia cordobesa, andaluza y española en unas condiciones dramáticas. Este hombre, al que le sorprende el inicio de la Guerra Civil en Madrid, se refugia en la embajada de Perú, luego en la de Argentina y finalmente en la de la República Dominicana hasta que pasa a un hospital francés, donde fallecerá el 31 de enero de 1939, justo cuando los nacionales han conquistado ya Barcelona. Hay muchos libros de memorias de ese periodo, pero hechos por personas que sobrevivieron y las rehicieron, con lo que pierden su frescura. Esta es una fuente documental publicada tal como fue escrita espontáneamente en su momento, sin ánimo de ser publicada.

--En la introducción se advierte que no se trata de un diario sino de lo que el autor llama "cuartillas". ¿Qué cuentan?

--En 1.273 hojas manuscritas que he transcrito una por una, don José Cruz Conde cuenta, aparte de sus lamentos personales por el momento terrible que vive España, la marcha de la guerra y de la política desde el bando nacional y el republicano --por cierto, pone a Franco a caer de un burro cuando habla del decreto de unificación del 19 de abril de 1937--. Habla también de los avatares de la política internacional respecto al conflicto español y, sobre todo, habla de la dinámica diaria de los refugiados en las legaciones.

--Un día a día lleno de dramatismo el del asilado político, lleno de pequeñas miserias por lo que se deduce del libro, ¿no?

--Así es, don José describe una situación donde se pusieron de manifesto las cualidades más sublimes del ser humano y las más rastreras. El habla con desprecio de algunas aristócratas que llegaban a extremos de postración absoluta para ganarse la consideración y los beneficios del personal de las embajadas, pero también de otras personas que mantuvieron su dignidad a lo largo de todo el encierro. Hace reflexiones sobre la lealtad, el ideario político, la religión... sumamente interesantes.

--Estas notas se publican más de 70 años después de haber sido escritas. ¿Por qué ahora y no antes?

--Esta documentación estaba en el archivo personal de don Antonio Cruz Conde, --gran admirador de su tío Pepe, como lo llamaba--, quien fue alcalde de Córdoba entre 1951 al 62, sin duda el mejor alcalde que tuvo la ciudad en el siglo XX. Antonio Cruz Conde, que había abierto su archivo al coautor de esta obra, mi colega y amigo Julio Ponce --quien hizo una magnífica biografía del personaje--, no quiso que esos documentos vieran la luz por no herir a personas aún vivas. Esta circunstancia se ha obviado gracias al hijo de don Antonio, don Fernando Cruz Conde, arcediano de nuestra Catedral, que ha tenido la gentileza de poner la documentación en mis manos.

--¿No hay ya demasiada producción editorial sobre la guerra civil española?

--Sí, hay una oceánica producción de desigual calidad, a escala mundial. Sin embargo hay algunos aspectos que quedan por desvelar, y uno de ellos es la realidad del asilo diplomático.

--Fernando Cruz Conde, en el prólogo, advierte que su tío abuelo escribió esas notas no para la posteridad ni como ajuste de cuentas sino para la familia, ante la que "desnuda su alma". ¿Está usted de acuerdo con ese planteamiento?

--Por supuesto. Esas notas son solo el reflejo a corazón abierto de lo que don José pensaba, sin necesidad de pasarlo por el tamiz de lo políticamente correcto, como otras memorias publicadas después. Prueba de ello es que hace críticas a uno y otro bando, aunque él era un hombre de derechas, con un sentido paternalista de la acción social. Era admirador del reformismo político desde posiciones conservadoras representado por la Dictadura de Primo de Rivera, con la que él colaboró con una honestidad tremenda.

--¿Y a qué se debió la campaña de difamación sufrida al final de su vida por quien había sido un prohombre de la patria?

--Había sido un hombre clave con Primo de Rivera. Sirvió, a pesar de estar ya retirado por enfermedad, de correo en el pronunciamiento militar que llevó a este al poder . Y cuando llega el reparto de cargos lo nombran en 1924 alcalde de Córdoba, y aquí hace una gestión magnífica hasta que en el 25 se marcha a Sevilla a desatascar el empantanamiento en que estaba la Exposición Iberoamericana. Allí, con su concepto del trabajo y la honradez, acaba con posturas caciquiles y mete en cintura a todo el mundo. Lesionó intereses de la oligarquía sevillana y eso le costó todo tipo de falsas acusaciones. Luego llega la Dictablanda y la campaña de difamación arrecia, de modo que se marcha a Madrid tan escaldado que incluso aplaude la llegada de la República.

--A Córdoba trajo la modernidad urbanística con proyectos que, en muchos casos, acabó ejecutando su sobrino Antonio. ¿Cómo ha tratado a José Cruz Conde la ciudad?

--Tiene una calle que precisamente se configuró como parte de la remodelación urbana que desarrolló entre grandes polémicas. Pero a José Cruz Conde, hombre de mentalidad moderna que revolucionó la gestión municipal, no se le ha hecho la justicia debida. Nosotros hemos querido contribuir a ello publicando estas memorias.