LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO FRANCIA, 1931

TRAYECTORIA NOMINADA A LOS OSCAR, TIENE UN GLOBO DE ORO Y UN EMMY

Bailó con Gene Kelly y Fred Astaire, besó a Rudolph Nureyev y trabajó con galanes como Cary Grant y Dirk Bogarde. Fue nominada dos veces al Oscar, pasó por tres matrimonios fallidos y un publicitado romance con Warren Beatty y venció varias batallas con la depresión. A sus 80 años, la francesa Leslie Caron ha pasado unos días en el Festival de Locarno con motivo de la retrospectiva que el certamen dedica al cineasta estadounidense Vincente Minnelli, que la escogió con solo 18 años para protagonizar Un americano en París (1955).

--¿Qué recuerdos guarda de su llegada a Hollywood?

--Nunca había soñado con hacer carrera en Hollywood. Era bailarina, iba a ser la próxima Anna Pavlova. No hablaba inglés y no sabía nada de películas. Estaba totalmente aterrorizada. Por eso, que Vincente fuera mi padrino resultó muy importante para mí.

--Volvió a trabajar con él en Gigi , donde también interpretaba a una joven cándida e ingenua. De hecho, se prodigó en ese tipo de papeles. ¿Era así en la vida real?

--Sí, era muy inocente. Acababa de salir del colegio de monjas, estaba muy bien educada, siempre vestía guantes blancos. Supongo que más me habría valido ser un poco más despierta. Cuando te conviertes en una estrella tan joven no tienes oportunidad de desarrollar tu personalidad. Atravesé muchas situaciones emocionalmente difíciles, y mi reacción era no comer. He sufrido anorexia siete veces.

--En sus memorias, Thank Heaven ( Gracias al cielo ), atribuye parte de esa inestabilidad emocional a su madre. ¿De qué manera influyó?

--No le gustaban los niños, le parecían un aburrimiento. Eso me llevó a tratar de complacerla con más empeño, pero no hubo forma. Me decía: "Odio a las madres que les dicen a sus hijos que son muy listos, porque eso los convierte en unos inútiles. Así que no, Leslie, no eres suficientemente buena". Eso me provocó un complejo de inferioridad que nunca conseguí superar. También me decía a menudo: "Cariño, sé que no te hago mucho caso, pero estaré a tu lado cuando seas una estrella". Pero no sucedió así. Cuando triunfé, ella empezó a sentir envidia.

--Muchas otras mujeres debieron de sentir envidia cuando se fue a vivir con Warren Beatty. ¿Cómo recuerda esa relación?

--Warren era encantador pero estar con él me atosigaba porque me exigía mucha atención. Una vez me despertó a las cinco de la mañana y me reprochó: "Prefieres dormir que pensar en mí". Y, además, la prensa nos perseguía a todas horas. En esa época yo era como Angelina Jolie, la reina de Hollywood. Eso era lo que él quería, pero a mí me agotaba.

--Por eso no volvió a unirse sentimentalmente con un actor.

--Ninguno de mis compañeros de reparto intentó nada conmigo. No se puede imaginar lo tímida que era, como un ratoncito. Cary Grant se pasaba el día rondándome, jugueteando al gato y el ratón conmigo, pero no lo hacía para tontear sino para liberar su lado femenino. Estoy segura de que amaba a las mujeres pero creo que también tuvo aventuras con hombres.

--¿Con cuál de sus compañeros de reparto volvería a trabajar?

--¡Con ninguno! Yo quiero trabajar con Robert de Niro. Y con Leonardo Di Caprio.

--Hollywood puede ser bastante cruel cuando una actriz envejece. ¿Cómo llevó usted el paso de los años?

--Voy a ser sincera: mal. Me había entregado tanto a mi carrera como actriz que, cuando empezó a decaer, me sentí completamente perdida. Llegué a sentir terror de mi propio reflejo en el espejo, y no podía soportar envejecer en pantalla. A veces todavía me pasa; me miro en el espejo y me pregunto: "¿Quién es esta anciana?"