Ganado: seis toros de Alcurrucén bien presentados y variados de capa, pero de escaso juego y reservones.

Miguel Abellán: estocada y descabello (silencio); y media estocada y siete descabellos tras aviso (silencio).

Juan Bautista: pinchazo y estocada (silencio); y estocada trasera casi entera (oreja).

Leandro Marcos: tres pinchazos y descabello tras aviso (silencio); y estocada y descabello tras aviso (oreja).

El matador vallisoletano Leandro Marcos cuajó ayer la mejor faena del presente ciclo de Fallas al sexto toro de la tarde, un ejemplar negro listón, astifino y alto de agujas, que saltó al albero sin fijeza pero que se vino arriba en la muleta. Aunque no humilló demasiado, tuvo recorrido y Marcos lo pudo citar de lejos y moverlo con soltura y gusto. No pudo estar todo lo quieto que hubiera querido, pero sí todo lo que le permitió el animal, al que sometió y se pasó muy cerca. Estuvo valiente y torero el castellano en una faena que tomó vuelo por el pitón izquierdo y que remató, cuando ya se había apagado la música, con unas ceñidas manoletinas. Su estocada al que cerró plaza fue celebrada por un público agradecido y ávido de triunfos, que gustosamente le hubiese abierto la puerta grande de no haber tardado el animal en tumbarse.

En su primer turno, Bautista no encontró el sitio frente a un ejemplar especialmente disperso, que no humilló y cuya lidia --desastrosa en el primer tercio-- no contribuyó a mejorar. Bautista cortó el primer trofeo de la tarde en el quinto, el de más calidad del envío. El torero mostró su concepto clásico a ráfagas en varios pasajes de su faena, esencialmente por el pitón derecho.

Miguel Abellán se las vio con el peor lote y no pudo más que plantear una brega valiente y aseada al primero y ventilar como pudo al cuarto, un berrendo mansurrón. A pesar de todo, Abellán dejó su impronta de entrega y valentía, especialmente con el primero, un animal que se paró nada más salir por la puerta de toriles.